“Jugadores como Messi, Iniesta, Neymar, Salah, Cristiano, Kroos, James y Hazard son los magos de lo inesperado, los razonadores de lo inaudito, los precursores del esplendor de la inteligencia puesta en el juego”.
Amigo aficionado, prepárate, pues ya todos los jugadores sienten, perciben el momento soñado y también el aumento disimulado, pero implacable del debut en el Mundial. Miedo escénico, ansiedad, inseguridad, presión, llámesele como quiera, pero ya comienza su protagonismo ineludible. Ahora es cuando. Hay que jugar a gran nivel. Quién mejor esté y actúe enfocado en el cumplimiento de sus obligaciones en el campo hará crecer las posibilidades de su equipo.
Antecedentes, trayectorias, títulos, todo queda atrás. Es la actualidad, el presente. Cada partido será como jugar una final. Son momentos estelares en donde el jugador no puede preguntarse ‘qué puede hacer mi equipo por mí’, sino al revés, ‘que puedes darle tú al equipo’.
Nuestra selección se alista para su primer juego. Sabe que tiene la capacidad individual y colectiva, más la experiencia y la cohesión de equipo. Varios jugaron el anterior Mundial en Brasil y eso da mucho conocimiento. La intención será salir primero en este grupo, junto a Polonia, e ir con todo a la siguiente fase.
Ganar el juego del debut y seguir creciendo como equipo. Crecer anímica y futbolísticamente. Que sea la constante. Que lo genial y lo brillante le de vigencia a nuestras jugadas en momentos decisivos, para ir controlando los trámites. Siempre dentro de la infinita variedad futbolística nuestra, de gran manejo de pelota, astucia, malicia, inteligencia y magia espontánea que nos caracteriza.
Vimos en esta fase previa a España, Alemania, Inglaterra, Argentina, Francia, Portugal y Polonia que demostraron sus habituales capacidades, sus estilos, su sentir, sus estados de forma actual. Ninguno da ese rendimiento que denote gran superioridad sobre el resto. De pronto Brasil llega en un momento interesante, evolucionando en su idea, su estilo brasilero.
Ninguna estructura te asegura ganar un Mundial. Hay que jugar partidos muy difíciles, algunos de circunstancias impensadas. Habrá rivales con estructuras similares o mejores enfrentándose, y con los mismos objetivos. El valor de las pequeñas cosas, o sea, el valor de lo invisible influirán en definir destinos. Su acertada gestión será clave.