1-La actitud:

Colombia salió a comerse vivo a Polonia. Con firmeza, intensidad, presión y determinación avasalló a los polacos. Impuso un ritmo agresivo desde el primer minuto hasta el último en todas las líneas del equipo. Nunca se dio una pelota por perdida, jamás se bajaron los brazos. A diferencia del partido ante Japón, cuando jugó con 10 hombres desde los 3 minutos, aguantó la exigencia y desgaste del partido. En conclusión, encaró el reto con la actitud que amerita un partido mundialista.

2-Los cambios:

José Pékerman enmendó varias de las equivocaciones que cometió en la primera jornada y le agregó mayor experiencia y jerarquía al equipo. Esta vez no hubo tantos novatos. La inclusión de Yerry Mina, la presencia de Matheus Uribe (aunque por la lesión de Abel Aguilar), la titularidad de James y la permanencia de Cuadrado le dieron más peso al equipo.

3-Quintero:

El volante paisa llegó a la titular para quedarse. Su zurda es el faro que alumbra el camino de la Selección Colombia. Su visión de juego y precisión le daban una salida clara al equipo. Con Juan Fernando Quintero en la cancha, Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez y todos cuentan con un socio para adueñarse del balón y profundizar. Participó en el gol de Mina y puso un quirúrgico pase en el gol de Falcao. Hace más fácil el fútbol, más pensado, más diáfano, más ofensivo.

4-Mejoría general:

casi todos los jugadores de Colombia cumplieron un buen papel y aportaron su granito de arena para construir la victoria ante los polacos, pero hubo algunos rendimientos destacados como los de Ospina, Mina, Barrios, Uribe, James, Quintero y Cuadrado. Todos ellos se lucieron en su respectiva función y elevaron el rendimiento general.

5. Rival controlado:

No se le dio mucho espacio a un delantero de la categoría de Robert Lewandowski, sin duda la principal arma ofensiva de Polonia. El delantero, que se movió huérfano de pases, intentó explotar sus habilidades, pero Yerry Mina casi siempre lo anticipó y lo bloqueó. Y cuando pudo superarlo, se encontró con un blindaje llamado David Ospina, que se jugó su humanidad en dos achiques ante el goleador del Bayern Munich. Hasta lesionado de su tobillo derecho, Ospina le sacó un remate peligroso al cañonero.