Supongamos que usted pierde súbitamente su ingreso mensual. ¿Cuánto tiempo cree que podría vivir en las mismas condiciones?
Probablemente esta pregunta le cause ansiedad. Pero estos son los nuevos miedos que están desvelando a una creciente clase media colombiana, que en los últimos ocho años ha aumentado sostenidamente.
Desde el punto de vista weberiano, pertenecer a una clase social depende de su relación en el mercado y en el trabajo. Colombia es uno de los países de la región donde ha sido más difícil que gran parte de su población supere la línea de pobreza; sin embargo, especialmente en los últimos cinco años, muchos colombianos han logrado abandonar su vida precaria, constituyéndose en una pequeña burguesía de trabajadores por cuenta propia, o en nuevos profesionales y técnicos independientes, empleados industriales, o pequeños y medianos agricultores, que han ido modificando el perfil de la imagen de los habitantes del país. Y aunque todavía muchos se debaten en la desesperación de los ingresos precarios, ya más de un tercio se ha consolidado como clase media.
No es necesario llenar de cifras el artículo para ver cómo, poco a poco, nuevos colombianos están entrando al mundo del consumo. Lo puede ver al visitar los centros comerciales, las plazas de comida, los miles de almacenes de vestidos, y en los nuevos restaurantes que se abren semanalmente.
Hasta hace poco, cuando viajaba en vuelos nacionales, casi siempre los rostros eran conocidos. Hoy los vuelos se han multiplicado y miles de colombianos tienen acceso a este medio de transporte. Esta es la nueva clase media colombiana.
Los cientistas sociales han demostrado categóricamente las ventajas, para la salud de la sociedad, de tener una fuerte clase media. Y aunque casi todo el que sale de la pobreza cree que es por sus propios méritos, eso no es tan cierto si no hay sistemas de solidaridad, mediante políticas públicas que aseguren servicios sociales que favorezcan el acceso a oportunidades.
La psicología social ha demostrado que aunque usted tenga una vida económica muy sólida, esto no lo eximirá de sus miedos y ansiedades, y de la incertidumbre del mañana. Pero parece que nadie vive más angustiado que las personas de la clase media; porque es probable que sus familiares hayan sido pobres, y da temor volver a esa situación.
Una de las características de la clase media es el consumo, y el capitalismo moderno nos enseñó la magia del consumo a crédito; así, usted puede tener un automóvil con solo una cuota inicial, o una casa; educar a sus hijos en colegios privados; estrenar ropa con frecuencia y viajar. Todo a crédito. ¿Qué pasaría si se nos acaba el ingreso? Ese frágil mundo construido se desmorona.
Tal es el miedo que a veces nos ataca y que ha hecho a Bauman hablar ya no de clase media, sino de “clase angustiada”, que vive aterrorizada por su endeudamiento y el temor a perder su trabajo.