No hay nada que hacer, las cosas están claras, aquello que se sospechaba que pudiera suceder en el cerebro de los niños y adolescentes por el uso excesivo de los aparatos tecnológicos ya se puede demostrar, como lo explica uno de mis colegas de la maestría en Paidopsiquiatría de la Unam, doctor Andrés Valderrama, quien hizo la tarea de recopilar todos los datos para presentarlos en un congreso de pediatría en mayo pasado, y me hizo el favor de enviar su trabajo. Se los comparto.

Resulta que los padres y profesionales debemos luchar contra un fenómeno bien complejo en el cerebro de los menores, que explica porqué es tan difícil “desconectarlos” de dichos aparatos. La observación de manera excesiva de sus pantallas produce un estado alterado de conciencia centrado en la fascinación que es más fuerte que cualquier buen consejo o autoridad que ejerzamos.

En ese estado, se calcula que pueden durar entre cuatro a ocho horas según edad y en razón de la indiferencia o tolerancia de los padres. Se estima que pueden llegar a ver 23 escenas de violencia y/o sexo cada media hora dependiendo de lo que vean. Lo que hay en el fondo es una acumulación de información sin sentido crítico, lo cual los hace vulnerables a cualquier tipo de manipulación. Los sentidos se saturan, lo que produce aturdimiento o indiferencia sin poder valorar lo que sucede o hacen. Esto lleva a que se adopten conductas ajenas que son vistas como normales o que dan estatus y ejerzan actitudes narcisistas o conductas adultas anticipadas.

Todo lo anterior deviene en un alejamiento afectivo y una tendencia a vincularse a través de y evadirse con la tecnología misma y sus “contactos”. También se embarcan en una realidad virtual a través de las redes. En esta condición, el suicidio aparece como una opción real y fácil o, en su defecto, el hecho de cortarse u otra conducta autolesiva. En mi experiencia, no todos los que se cortan están “en la moda”. Cuando les pregunto por qué lo hacen, la mayoría me responde que es una forma de controlar un dolor, ya que no pueden controlar el que llevan por dentro. Ojo, padres.

Y sí suceden cosas en el cerebro adolescente. Hay una estimulación frecuente de las áreas de placer y recompensa, con una disminución en la activación de áreas de control e inhibición, lo que conduce a una pobre evaluación crítica de los datos encontrados en la red. Se ha podido demostrar mediante neuroimágenes una desensibilización a la violencia debida a la exposición repetida. Hay registros claros de aumento de la agresión debida a ciertos videojuegos.

También hay efectos sobre el cuerpo, como retrasos en el desarrollo sensoriomotor, tendencia a la obesidad y a los trastornos del sueño, aumento de las tasas de depresión, ansiedad, trastorno bipolar, trastorno por déficit de atención y comportamiento problemático.

Continuará. Se trata de algo extremadamente delicado.

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