Hace exactamente dos años nació la niña que me cambió la vida, la que me enseñó una nueva manera de amar y la que se convirtió en la razón de tantas sonrisas en mi familia. Mi sobrina Julieta cumplió años ayer y, por ende, terminé pensando en lo maravilloso que ha sido convertirme en tía y en el placer de tener un rol de infinito amor y de no tan infinitas responsabilidades.
Ser tío es amar lo suficiente como para darlo todo por un sobrino, es ser alcahueta porque no es tu labor educarlos, es ser su confidente cuando sienten que hay cosas que sencillamente no le pueden contar a sus papás, es ser un amigo que ama como algo mucho más que eso y es sacar sonrisas sin tener que cambiar pañales, exigir horarios u obligar hacer tareas.
Ahora entiendo lo que mis tíos me quieren a mí y, desde entonces, he llegado a valorar aún más sus roles en mi vida. Tengo la tía que reemplazaba a mi mamá cuando por trabajo ella no podía estar, esa que me acompañaba a los cumpleaños y que hace de cada regalo que me da uno especial; tengo la tía a la que le contaba de quién estaba enamorada y a la que le pedía que me hiciera ‘el dos’ de sacarme un permiso; tengo la tía que siempre está a la moda y que sabe cómo hacer un buen ‘almuerzo bailable’; tengo la tía que me cuidó desde chiquita, la que me dio un lugar donde vivir cuando lo necesité y la que está obsesionada con “darme algo de comer porque estoy muy flaca”; pero también tengo el tío que sigue cada uno de mis triunfos y me los aplaude como nadie; tengo el tío artista que me ha enseñado que sí es posible tener 40 años de casado y aún estar enamorado; tengo el tío que deja todo tirado para darme una consulta médica; tengo el tío que me hace reír como ninguno, y, por último pero no por eso menos importante, tengo la fortuna de tener el tío que es cura y que, por ende, reza por mí todos los días.
Y es que mucho se habla del amor del padre y el de los abuelos, y de su influencia en la vida de una persona, pero poco se habla de los tíos y del papel tan importante que tienen. Porque un buen tío es capaz de mejorarlo todo y de ser un hombro en el que apoyarse, pero a la vez es también una oportunidad para ser un buen modelo a seguir. Las familias cada día son más pequeñas y debido a esto cada vez el rol de un tío va a ser aún más fundamental que antes. Yo, por ejemplo, tendré que ser una tía que cumpla todo en uno, pues soy la única que Julieta tiene. Y al igual que en mi caso, hay millones. Es por eso que cada día me esfuerzo por ser una mejor persona, pues quiero que ella crezca admirándome, al igual como yo he crecido admirando, de una manera y otra, a los que me tocaron a mí, y es también por ella que quiero cuidar el planeta y cambiar el mundo, pues quiero entregarle un mejor lugar que el que me entregaron a mí.
Así que esta columna es un tributo a los tíos, a los que dan sin esperar nada a cambio y a los que se ponen la camiseta por sus sobrinos. Una columna para los míos y los tuyos, para los que están estrenando el puesto y para los que ya llevan décadas siéndolo, para los que dan la mano, para los que cambian vidas, para los que dan plata cuando a uno le falta y para los que dan amor que es mucho más importante.
Y por supuesto para ti, Julieta, para que cuando seas grande y leas esto, sepas cuánto te he amado desde siempre.