He recibido videos de muchas de las conductas autolesivas que están mostrando los menores de hoy día a unos niveles que son preocupantes, porque se trata, en la práctica, de una loca carrera hacia la muerte que han emprendido niños y adolescentes a nivel mundial y local. Lo que asusta es cómo han ido aumentando el nivel de peligrosidad de estos supuestos “retos” que se lanzan en las redes en busca de candidatos para jugar en los límites extremos de la vida.

Uno de estos retos de rápida difusión fue el cortarse (“cutting”) que consistía en que un chico o chica se corta con algún objeto y muestra la imagen en las redes, y quienes la ven deben darle cierto número de “me gusta” cuya cantidad depende de lo profundo que sea. Esto ya dejó de ser una moda para convertirse en la expresión de problemas mucho más complejos en los menores.

Luego apareció el estrangulamiento, una técnica que han aprendido de las películas de acción en las que el héroe aplica con su brazo una llave de lucha en el cuello del oponente con el fin de disminuir el riego sanguíneo cerebral al comprimir las arterias del cuello que llevan la sangre hacia arriba. Es una técnica reconocida y practicada por especialistas en artes marciales que lo hacen para poner fuera de combate al contrario sin estrangularlo. Repito, es una técnica que se aprende con mucho entrenamiento con personal especializado. He visto más de un video en el cual aparece un chico aplicando esta llave a otro y, por su evidente desconocimiento, han provocado asfixias serias al otro y hasta movimientos clónicos que parecen corresponder a una convulsión.

Lo último que vi me impactó. Una adolescente cuelga en un salón de su casa una cuerda con el nudo corredizo clásico que se utilizaba en épocas anteriores para cumplir una sentencia de pena de muerte en el patíbulo. Sube a un banquillo y empieza a acomodarse la cuerda en el cuello, agarrándola con las dos manos mientras patea el banquillo; con la soga al cuello se sostiene con las manos hasta cuando se da cuenta que no puede sostenerse más y empieza a pedir ayuda. Por fortuna, es escuchada por sus familiares, quienes alcanzan a rescatarla y salvarla de una muerte segura.

¿Por qué llega un niño o adolescente a esta situación de jugar con la posibilidad de matarse? ¿Por qué sus amigos, que también tienen la información, no lo hacen?

Eso no admite especulaciones ni se pueden sostener tonterías, como que es una moda o un juego. Cada menor que tiene este tipo de conductas autodestructivas tiene un tremendo problema. Eso hay que considerarlo un intento suicida bien serio y que demanda de los padres la medida urgente de llevarlo adonde un especialista en salud mental.

Ojalá podamos comprender que estamos frente a un fenómeno mundial que también ocurre en nuestro medio y que debemos vigilar si nuestro hijo es un suicida potencial. Ocurre en cualquier familia.

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