Le escribí al alcalde Alex Char. Le dije que pensaba que lo de los escenarios deportivos es maravilloso, pero lo es mucho más el cambio de la gente. Que Barranquilla ya no será igual. Que ésta gestión de los Juegos Centroamericanos y del Caribe será un antes y un después en nuestra historia. El ejercicio de estar unidos, la educación ciudadana, el sentido de pertenencia y el amor a Barranquilla que habíamos perdido ahora están renovados, vigentes y robustos. Que no son las construcciones (que quedaron del carajo) sino la construcción de ciudadanía. Que fue placentero escuchar a nuestros habitantes aplaudir por igual a nuestros atletas y a los de los otros países. Que hacíamos llorar el alma cuando cantábamos a grito batido nuestro himno. Que nuestros atletas escucharán por siempre los gritos unidos de ¡Colombia, Colombia! Que los que vinieron volverán. Que al pasar los años les contarán a sus hijos y nietos que en la esquina de Suramérica hay una ciudad mágica llamada Barranquilla.
¡Bien sabe usted señor Alcalde, la clase de cambio que seguiremos viendo gracias a estos juegos!
Me quedo con el recuerdo de los estadios llenos. Con el salto de Caterine Ibargüen y con el llanto, salido del corazón, de la basquetbolista Tatiana Mosquera. Me quedo con los remates imparables de Amanda Coneo en voleibol y con el corazón de la chiquitica Mayra Caicedo en el baloncesto. Con la fuerza de Muriel Coneo en el remate de los cinco mil metros y con el recuerdo de la foto del hermano muerto que corrió debajo del número del medallista de oro Gerald Giraldo en los tres mil metros con obstáculos. Me quedo con la marca de talla mundial de 20:00 de Bernardo Valoyes en los 200 metros planos. Me quedo con las gestas épicas de la natación, del patinaje, del voleibol, del rugby, del polo acuático, del basquetbol, del golf, del boxeo, del tiro con arco, del atletismo, del fútbol.
Me quedo con la organización, con la alcaldía y su gente, con el Comité Olímpico de nuestro país, con la Odecabe, con Coldeportes, con la Policía Nacional que cuidó y protegió a todos, me quedo con Baqui y la promesa de no dejar que el Mono Tití se extinga, me quedo con los jueces, me quedo con los voluntarios, me quedo con los hacedores del carnaval que bailaron sin parar, me quedo con el equipo de prensa y el canal Win Sports que trabajaron 24 horas al día y con nuestra gente que a todos aplaudió.
Me quedo con mi gente, el barranquillero que aquí nació, o el que aquí se crió, o el que aquí llegó en la búsqueda de un mejor vivir.
Y me quedo con mi Barranquilla del alma, mi lugar en el mundo, única, hermosa, inigualable…