El director de cine francés Philippe Garrel incursiona una vez mas en el escabroso terreno de las relaciones de pareja, el amor y la intimidad, con una filmación tradicional desde el punto de vista técnico, pero poco tradicional en el aspecto conceptual.
Filmada en blanco y negro y con tres protagonistas, uno de los cuales es su propia hija, el director nos confronta con posiciones diferentes, cada una con su propia validez, sobre lo que podría ser la convivencia en pareja. Como suele suceder en su filmografía, los escenarios son interiores y muy íntimos, convirtiéndose en un personaje mas. De hecho, la mayor parte de la historia se desarrolla en un departamento donde los tres terminan cohabitando debido a circunstancias diferentes.
Gilles (Eric Caravaca) es un profesor universitario de filosofía que hace poco ha accedido a convivir con Ariane (Louise Chevillotte), una de sus estudiantes, quien lo estuvo persiguiendo por mucho tiempo hasta lograr convencerlo. Jane (Esther Garrel), la hija de Gilles, se presenta intempestivamente en la casa de su padre, después de haber peleado con su pareja, hecho que la ha dejado destrozada emocionalmente.
Jane y Ariane son de la misma edad, 23 años, y aunque empiezan compitiendo por la atención de Gilles, se van acercando cada vez mas, hasta llegar a crear un estrecho vínculo, apoyándose mutuamente en sus cuestionamientos, inquietudes y sufrimientos, guardando secretos que no comparten con él.
La brecha generacional se hace presente entre padre e hija y padre y amante, pero de una manera muy diferente a lo que hemos visto con anterioridad, porque es Gilles el que plantea el principio de libertad como base de sustento en una relación. Sin embargo, la ideología es traicionera cuando los sentimientos se interponen, y Gilles se convierte en una victima más de la posesión y los celos que pronto empiezan a invadir su espacio.
Garrel es especialista en explorar a fondo esas emociones, haciéndonos sentir con la misma intensidad tanto los suspiros de dolor como los de placer, para mostrarnos cuán cerca está el uno del otro en ese incierto universo de las relaciones interpersonales.
Amantes por un día participó en la Quincena de Realizadores en Cannes en 2017 y el ingenioso guion responde a una colaboración entre el mismo Garrel con la joven Carikube Deruas, Arlette Langmann y Jean-Claude Carrière, conocido por sus colaboraciones con Buñuel.
La fotografía en blanco y negro, con maravillosos close-up de los rostros a cargo de Renato Berta, contribuye al carácter íntimo y a la vez misterioso que conlleva la historia.
Con este filme Garrel concluye la trilogía que comprende además Celos (2013) y La Sombra de las Mujeres (2015), donde explora la infidelidad, los celos, la libido y el inconsciente femenino.