Una sociedad que le apuesta a la transparencia y a la consolidación de la democracia, es aquella que además de rechazar la corrupción a través de la opinión pública, lo hace utilizando lo más poderoso que tiene un ciudadano: el voto. Después de muchos esfuerzos políticos, el próximo 26 de agosto se desarrollará la jornada de votación para la denominada Consulta Anticorrupción, la cual contó con el respaldo de tres millones de firmas ciudadanas y que fue aprobada el pasado 6 de junio por el Congreso de la República. Esta consulta tiene como propósito la adopción de una serie de reformas que buscan mejorar la transparencia en el manejo de lo público, que van desde la reducción de los salarios de los parlamentarios hasta la implementación de pliegos tipo para la contratación pública.
La consulta popular que fue liderada por miembros del Partido Alianza Verde y contó con el apoyo –en los debates adelantados en el Congreso– del partido del nuevo presidente Iván Duque, supone una refrendación de la indignación que durante años hemos tenido los colombianos frente a la corrupción, pero también, a senadores y representantes con los cuales muchos no sienten una representación bajo los estándares de la democracia posmoderna.
Recientemente se ha cuestionado, a partir de un video que fue mostrado por Noticias Uno, si genuinamente el Centro Democrático apoyaba la Consulta Anticorrupción, pues a pesar de hacerlo en los debates públicos, parecía que tras bambalinas se había retirado el apoyo a esta iniciativa. Asimismo, se presentó ante el Congreso por parte del nuevo gobierno una serie de reformas que retoman varios de los puntos planteados en la consulta popular, lo que puede llevar a la opinión pública a dividirse en esfuerzos entre la propuesta de legislación anticorrupción presentada por Duque o la Consulta Anticorrupción refrendada por los ciudadanos.
Lo cierto es que este debate no debe centrarse en la coherencia política de un partido al dar su apoyo y luego retirarlo, sino la coherencia de la sociedad que ha criticado con vehemencia la corrupción, que ha manifestado su desconfianza hacia las instituciones y que ahora puede, mediante un mecanismo de participación ciudadana, apoyar popularmente reformas que buscan la transparencia. Está claro que la génesis de la corrupción no está en la ley sino en los funcionarios y ciudadanos que no han sabido respetarla, pero sin duda hay una serie de ajustes que pueden permitir que la sociedad tenga un mayor control y participación para evitar las malas prácticas en la administración pública. Se trata de coherencia política, pero de la sociedad.
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