El Festival de Cine de Sarajevo, que este año hizo homenaje especial al reconocido director Nury Bilge Ceylan de Turquía, cuenta con una historia muy particular marcada por su sorprendente inicio en el año 1995 durante la guerra de Bosnia.

En el tratado de Keneth Turan titulado ‘Sundance to Sarajevo: Film Festivals and the World they Made’ (2002), el escritor y crítico de cine reúne testimonios conmovedores sobre festivales que se han desarrollado en contextos sociales y políticos álgidos, entre los cuales sobresale el de Sarajevo, que surge como un acto de resistencia.

En ese entonces, el director del evento Haris Pasovic comentaba cómo los periodistas le cuestionaban “¿por qué hacer un festival en la mitad de una guerra?”, a lo que él respondía “por qué traer la guerra en medio de un festival de cine?”

Como cualquier medio artístico, el cine no puede aislarse del contexto social y político donde se desarrolla; es mas, podría decirse que es un producto de ello. Lo mismo sucede con los festivales, y uno como éste, que tuvo sus comienzos en una ciudad que se encontraba sitiada, constituye una muestra significativa de ello. La asistencia, en ese entonces, de mas de 15 mil personas resultó reveladora sobre el poder que pueden tener las artes ante situaciones inclementes, reforzando el valor del evento, que en este momento se ha convertido en el mas importante del sureste de Europa.

Turan menciona el caso del controversial director Emir Kusturica, quien fue criticado en ese entonces no solo por su exilio durante la guerra, sino también por el mensaje que podría deducirse de su película Underground (1995), que algunos consideraron apoyaba la agresión por parte de los serbios.

Sin embargo, las situaciones de guerra traen como producto reacciones inmediatas y desesperadas que engendran otro tipo de cultura, “una cultura basada en el presente… una cultura donde solo importa lo esencial: la supervivencia, la amistad y el amor”, según palabras del poeta Izet Saraglic.

Las heridas provocadas por guerras tan sangrientas como la que tuvo la región balcánica no cicatrizan tan fácil, y aunque han pasado dos décadas, todavía queda mucho por enmendar. Por tal razón el festival cuenta con una sección especial llamada “Dealing with the Past” (Confrontando el pasado), creada en 2016, donde se presentan cintas seleccionadas que se relacionan con el tema de la reconciliación.

Este proyecto único, del cual mucho podríamos aprender, pretende crear un espacio de reflexión, diálogo y cuestionamiento donde gente de todas las culturas y generaciones pueda participar, rompiendo el silencio que deviene de tales conflictos, y resolviendo dudas que conlleven a una verdadera paz.

Hoy día el festival cuenta con mas de cien mil asistentes, representando unos 60 países y atrae tanto personalidades reconocidas y establecidas del séptimo arte, como talentos nuevos, presentando películas que se han hecho acreedoras de importantes premios internacionales.