Las expectativas que ha generado la llegada del presidente Duque a la Casa de Nariño y la esperanza que le ha devuelto a los colombianos con su liderazgo, capacidad de trabajo y programa de gobierno pueden verse frustradas si su equipo de Palacio no se pellizca frente a las celadas que le están poniendo las esferas del poder.
A escasos 18 días de haberse posesionado, el presidente Duque ha tenido que sortear todo tipo de embates por parte de las altas Cortes, la izquierda, la JEP y los partidos políticos de Santos. Su equipo cercano de Palacio, el que más lo debe proteger, ha descuidado el manejo político y terminó German Vargas Lleras manejándoles la agenda legislativa.
También hemos visto al presidente Duque voltear de una región a otra, poniéndole la cara a los problemas de las comunidades por culpa de los incumplimientos y problemas de corrupción que le dejó el gobierno del expresidente Santos. Creo que al presidente Duque le está haciendo falta un armador en el equipo que, desde Palacio, mantenga a los jugadores haciendo goles y no disparando al arco. Mientras el Presidente se la pasa las 24 horas atendiendo toda clase de asuntos de su despacho, varios de sus colaboradores inmediatos siguen desfilando en la pasarela de la vanidad del poder. Pasan más tiempo en las cabinas de los noticieros y en el twitter, que resolviendo los problemas de sus carteras.
Todos sabemos que el expresidente Santos entregó un país completamente desvalijado, con miles de contratos amarrados y varios pleitos legales por escándalos de corrupción, pero eso no es excusa para poner en práctica la indicación del presidente Duque de “ejecutar, ejecutar y ejecutar”, con los pocos recursos que les dejaron.
No se trata de exigirle al gobierno Duque que resuelva en los primeros 100 días todos los chicharrones que le dejó el anterior gobierno. Se trata de ir evacuando lo urgente y estructurando lo importante para el año entrante. La economía se reactiva es fomentando la inversión. Si de aquí a diciembre se pudieran sacar adelante, por ejemplo, las obras de infraestructura vial como el túnel de la Línea o el Puente Pumarejo, es una victoria temprana.
Si se logra reducir los 33 requerimientos que exigen diez entidades del Estado en el proceso de exportación de nuestros productos agrícolas, también es otra victoria temprana. Si se reduce el gasto de funcionamiento, se comienzan a construir viviendas gratis y se titulan predios rurales en las zonas donde están sembradas las 220.000 hectáreas de coca (como contraprestación a la erradicación voluntaria de esos cultivos), es una victoria temprana.
Si se hace un trabajo estratégico y coordinado se pueden obtener victorias tempranas de impacto. Bajo estas dificultades fiscales y legales, el único recurso que les queda es la creatividad y aplicar el sentido común de las cosas.
En el tintero: Un pensamiento de Álvaro Gómez que sigue vigente. “Hemos llegado a una situación escandalosamente paradójica en la que nuestro sistema de justicia parece estarse pasando al bando de los criminales”.
*Experto en financiamiento agropecuario