Es penoso advertir la triste realidad de un niño que nace en el seno de una familia colombiana de escasos recursos económicos, que no tendrá la posibilidad de salir de la pobreza en menos de 330 años; puede parecer exagerado y hasta prejuicioso, pero los análisis globales sobre inequidad y movilidad social lo confirman.
En junio pasado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) entregó a nivel mundial el informe “¿Un ascensor social roto? Cómo promover la movilidad social” –basado en los ingresos de los hogares–, y presentó un panorama muy oscuro de nuestra realidad: los niños nacidos en una familia de bajos ingresos tardarían al menos 11 generaciones en alcanzar el ingreso promedio y posicionarse en un nivel socioeconómico medio; en Chile y Argentina la cifra es de seis generaciones. Si miramos otras latitudes, la diferencia es mayor; por ejemplo, en Finlandia son tres y en Dinamarca dos. El promedio de los países de la OCDE es de 4,5 generaciones.
Esa falta de movilidad en la pirámide social es una realidad vergonzante para todos nosotros, una connotación que nos estigmatiza como uno de los países más desiguales y con mayor porcentaje de pobreza extrema. Es, en efecto, una de las causas fundamentales para que con facilidad se desarrollen la violencia, el narcotráfico y la corrupción, y además, conductas sociales inapropiadas como el arribismo.
Como lo plantea el estudio, el aumento de las desigualdades en los ingresos y las oportunidades conlleva que muchos talentos se pierdan o queden limitados, y se disminuyan las posibilidades de desarrollo cultural y social.
El análisis cita la figura de los “suelos pegajosos al fondo” para representar las dificultades que tiene el ascensor social para moverse hacia arriba. En este sentido se calcula que uno de cada cuatro hijos de padres obreros llega a convertirse en un directivo y que cuatro de cada diez hijos de padres con un nivel educativo bajo terminan con muy baja formación.
Lamentablemente también hay “techos pegajosos en la cima”, lo que indica que uno de cada dos hijos de padres directivos se convierte en directivo, mientras que uno de cada diez hijos de padres con alto nivel educativo termina con bajo nivel educativo.
La Unesco define la educación como medio dinamizador de la movilidad social en el mundo, y dadas las necesidades de conocer a fondo esta temática, la Universidad Simón Bolívar realizará el 25 y 26 de septiembre el Foro Internacional en Educación y Movilidad Social, con la participación de los académicos más prestantes del mundo en esta temática.
En conclusión, hasta ahora los más ricos están tendiendo a ser más ricos y los más pobres están propensos a continuar así. Es urgente promover oportunidades iguales para todos, de forma que podamos avasallar ese panorama tan oscuro. La movilidad social en Colombia no da espera y tiene que ser implementada como una verdadera política pública eficiente que esté por encima de gobiernos o partidos políticos.