Pegó en el palo. Faltaron los tristes y manidos cinco centavitos para el peso. Derrota digna. Se les metió el susto a los huesos. Pacho Maturana tenía y tiene razón. Lo que pudo ser y no fue. Todo es cierto, como cierto es que el partido se perdió y que volvió a desaprovecharse una oportunidad histórica. Como tantas otras veces, y como tantas otras vendrán, ya esta película la vimos. Y para seguir con las metáforas futboleras, este es un caramelo repetido.

Más allá de su efectividad legal (que la tenía), la Consulta enviaba un mensaje importante y fundamental que, bien aprovechado sin mezquinos cálculos políticos, le hubiera podido dar al novel presidente un respiro en medio de la avalancha de críticas que recibe por culpa de su ministro de Hacienda y su patrón mentor. El ego desmedido del dueño del Ubérrimo, alimentado por las genuflexiones mentales de su séquito, regó de absurda cizaña un clamor popular rechazado ocho veces en el Congreso y apoyado inicialmente por millones de firmas. ¿No era mejor subirse a esa ola? Si tenía reparos frente a algunos puntos, ¿no hubiera sido más presentable debatirlos? Si no le gustaba la idea de la Consulta, ¿por qué la apoyó en la campaña presidencial? No. No saben subirse a una ola que no sea la suya. No saben debatir. Son muy buenos en mantenerse, eso sí.

Pero el tema no pasó nada más por eso. Una vez más, la participación de la ciudadanía de la Costa Atlántica estuvo por debajo de las expectativas nacionales. Se le da una vez más la razón a los que piensan que sin ron, bus y billete de 50 la gente no sale de la casa. Que ningún departamento de la Costa haya llegado al 30% es vergonzoso. Que los municipios que marcaron el mayor porcentaje de abstención en una consulta contra la corrupción estén en La Guajira es para llorar. De la ignorancia y la amnesia han hecho su pasto los viejos bueyes que nos siguen mandando.

Mientras eso no cambie, nada cambiará. Mientras no nos espabilemos, mientras los jóvenes no entiendan el rol que desempeñan, mientras educarse sea un privilegio de pocos, mientras sea más fácil creer mentiras que escarbar buscando verdades, vamos a seguir mereciendo nuestra suerte.

Por ahí leo la repetida frase de que, si bien no alcanzó, la alta votación es el “principio del fin” para los corruptos. Otra vez no. Vamos a voltear la frase: que esta alta votación sea el fin del principio. Pasemos ahora al cuerpo de la novela, al nudo de la película. Asumamos por fin el papel protagónico que nos toca. Vamos a pedirles explicaciones. Que expongan argumentos y razones. Que cambien el discurso, que les sea más difícil engrupir con labia barata. Y si este es el principio del fin, que el punto de giro sean las elecciones locales del 2019.

Pd: Hablando de eso, preocupa el temprano unanimismo. No señores. Aquí no valen ungidos. Que nos convenzan con programas de gobierno serios y sostenibles. Y ojalá que aparezcan buenos adversarios, que lo hay, para un debate con altura y con respeto.

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@alfredosabbagh