Conocí a Karen en un restaurante de Bogotá donde –para mi gusto– venden las mejores arepas con carne del mundo. Ella es venezolana y tiene 21 años. Nació en Valera, en el estado de Trujillo. Llegó a Colombia el 30 de enero pasado con su padre y una hermana. Su madre se quedó en Venezuela dándole brega al más oprobioso gobierno de que se tenga historia en América Latina en el último siglo: el de Nicolás Maduro.

“Me vine de Venezuela porque la situación estaba muy difícil y porque la comida escaseaba”, me dijo Karen medio asustada al no saber con quién hablaba. Me tocó explicarle que era abogado y que cada ocho días escribía un artículo para un periódico de Barranquilla.

En el restaurante donde trabaja, Karen lava la loza y es mesera desde las siete de la mañana hasta las tres o cuatro de la tarde. Se gana en una jornada 35.000 pesos. De propina puede hacerse unos ocho mil pesos al día. Le tranquiliza que en el restaurante le dan el almuerzo. Al desayuno, en cambio, no tiene derecho. Karen trabaja de lunes a sábado. El domingo se mete en la cama todo el día. El dinero no le alcanza, por ejemplo, para ir a un cine o para salir a almorzar con su padre y su hermana.

La hermana de Karen trabaja en el mismo restaurante. Ella llega sobre el mediodía. El padre de Karen, de 51 años, no ha podido conseguir trabajo. “No le dan trabajo por su edad, le dan a entender que ya está muy viejo”, me contó Karen, una mujer alta y bonita que en su país hizo un curso intensivo de cocina.

Aunque está aquí hace siete meses, Karen no ha sido capaz de cogerle amor a Colombia. No obstante, vive muy agradecida con nuestro país. Extraña a su tierra y su madre le hace falta.

Y lo peor: a diario la maltratan de palabra uno que otro desadaptado. “Me dicen veneca, vete para tu país, no le quites el trabajo a los colombianos. Pero yo nunca contesto nada porque no soy de pelea. Además, me da miedo disgustar con alguien porque pierdo el empleo y me botan de Colombia”, me dijo con los ojos encharcados y con una dignidad que me conmovió.

Como Karen, cientos de miles de venezolanos han llegado a Colombia en el último año huyendo del régimen de Maduro y de Diosdado. Están regados por todo el país buscando trabajo por un solo estipendio: la comida. Son personas como nosotros que tuvieron la desgracia de caer en un sistema socialista al que en Colombia casi llegamos en la era de Juan Manuel Santos.

A los venezolanos que han llegado y llegan a nuestro país tenemos que ayudarlos. No les podemos dar la espalda. Colombia y Venezuela son una misma cosa. Ya casi nadie recuerda que Bolívar era venezolano y que de aquí lo sacó corriendo esa misma élite bogotana que nos quiere gobernar para siempre. Ya casi nadie recuerda que miles de venezolanos dieron su vida por nuestra independencia.

Adelante, Karen. Personas como usted, con disposición y dignidad, no estorban en ninguna parte del mundo. No les hagas caso a los colombianos que nos avergüenzan cuando te maltratan. Algunos día, y Dios no lo quiera, esos estarán en tu lugar.

@cancinoabog