Estamos atravesando tiempos adversos, amar es urgente. Tan urgente como cultivar la solidaridad, la empatía, la paciencia. Pero, como mostrarnos tolerantes ante la corrupción si en una nación tercermundista como esta, paso de ser un dato menor a convertirse en una institución.

Si, al parecer ser corrupto ¡paga! Si no, encuestemos a ciertos funcionarios que gozan de paraísos fiscales en panamá. En particular, la defino como la compra y venta de conciencia, esa donde participan: políticos, empresarios, abogados, jueces y futuros presidentes; el ceviche predilecto de la oligarquía, que por esta década parece incinerarse en las pailas escuetas del infierno. En donde los creyentes gritan que se está avecinando el fin.

En tanto, el juez moral de la calle vocifera: "La pandemia del hambre" El popurrí pregona, que: entre menos sepas más vives. Pero, pensar en "paz con hambre" me es inconcebible. Y esa, parece ser la represión estatal como proceso de violencia política impulsada por el gobierno.

Lo que me hace perder la esperanza de llegar a una coalición democrática en este pais. A ese, equilibrio tan anhelado en la pirámide social en la que no es necesario recordarles quienes son las aves de rapiña y quienes ocupan el puesto de esclavo.

Sin embargo, aun guardo la ilusión de que el estado en contraposición de cedernos la vacuna del coronavirus nos conceda en su lugar la eutanasia.

Esto con respecto, a todo lo que se nos arrebatara con la reforma tributaria.

Thiago Bettin