Como casi todo lo del gobierno central con Barranquilla, la tan cacareada APP del Río jamás se dio, la primera que se adjudicó y que comprendía la navegación de Barranquilla a La Dorada y Puerto Salgar, que era el proyecto que le convenía a nuestra ciudad y al país, se cayó por el caso Odebrecht. La segunda, solo hasta Barrancabermeja, que beneficiaba a Cartagena por su refinería, tampoco fructificó. Y el costosísimo megaproyecto del Canal del Dique se dilata, pero se escuchan voces regionales e inclusive locales, manifestando las bondades del mismo en cuanto a la regulación de sus aguas lo que favorecerá a municipios inmediatos al canal, a la recuperación de las bahías de Cartagena y de Barbacoas, a la conservación de los corales de Islas del Rosario, etc., lo cual es cierto, pero no aprecio el mismo interés en establecer cómo incidirá ese proyecto respecto a nuestra ciudad, y considero que es deber de nuestros congresistas y Fuerzas Vivas, analizar muy bien las consecuencias y repercusiones a las que está expuesta Barranquilla en beneficio de otros lares.
Es bien sabido que ese proyecto consiste en organizar ese canal y sus riberas, con dos sistemas de esclusas para regular con estas el acceso de agua y sedimentos a la zona de Cartagena, de tal manera que las mismas solo se abrirían para el paso de embarcaciones que deberán pagar un peaje, así que mientras no haya tráfico fluvial, que se supone es la mayor parte del tiempo, las esclusas permanecerán cerradas, y una de estas estará ubicada en Calamar, o sea en la entrada del canal.
También se sabe que del caudal del Magdalena se desvía por el Canal del Dique 24 horas al día, todos los días del año, un promedio del 14% de sus aguas, y obviamente, de sus sedimentos, que es lo que se pretende impedir con esa obra. Lo anterior significa que mientras esté la esclusa de Calamar cerrada, que será la mayor parte del tiempo porque el tráfico fluvial por el río Magdalena no es como el del Rhin o el del Mississippi, ese 14% de agua y sedimento que hoy se desvía, incrementará los niveles del río desde Calamar hasta Bocas de Ceniza, afectando las riberas del Atlántico y del Magdalena en su tramo final, incrementando el riesgo de inundaciones futuras, y con una mayor cantidad de sedimentos que seguirán derecho hacia Barranquilla y obviamente, hacia el Canal Navegable de nuestro puerto, del que ya es muchísimo el material que hay que dragar constantemente para mantener su navegabilidad que es clave para el desarrollo de nuestra ciudad.
Ya contada esa realidad incuestionable, porque es un asunto de simple sentido común sin tener que ser un genio, la pregunta obvia es: ¿Existe un estudio que demuestre que eso tan lógico y tan peligroso para Barranquilla no sucederá? Si es así, ¡Muéstrenlo!