Diversos encuentros y celebraciones se hacen en este mes del amor y la amistad en torno a conmemorar dos de los sentimientos y vínculos más profundos de los humanos: el amor y la amistad. En las diferentes etapas evolutivas de los humanos resulta común escuchar la expresión: “Yo soy así”, “así me conociste y así soy”.  Quienes así expresan están poniendo techo a la inherente condición humana de buscar crecer, desarrollarse y lograr cada día avanzar y expandir lo mejor de su ser.

Nos encontramos expuestos continuamente al cambio, las exigencias del mundo nos exponen a una dinámica de aciertos y desaciertos en nuestro proceder, a cambios constantes donde la incertidumbre y la diversidad son las únicas constantes.

En medio de este escenario algunas veces convulsionado, la búsqueda de la mejor versión de uno mismo se convierte en algo esencial para poder generar mejores respuestas y patrones de conducta acordes, adaptativos y coherentes.

Este proceso no debe ser sentido como algo molesto que nos desacomoda, sino como una necesidad vital. Cabe aquí hacernos una pregunta: ¿Cómo podemos enfrentar los desafíos que nos exigen nuestras relaciones de amor, amistad, laborales o como ciudadanos en general? ¿Cómo hacerlo y emerger en dichas relaciones más fuertes, más sabios y más completos? La respuesta nos conduce a un compromiso con nuestra evolución personal, con aumentar el grado de conciencia de nuestras acciones y modos de comunicación e interactuar.

En este transitar por sacar tu mejor versión, surge la resiliencia, una de las características del ser con mayor impacto en las relaciones y propósitos de vida. Está relacionada más que con soportar, con insistir, insistir y no desistir en eso que creemos y vemos, aunque otros no lo vean y no lo crean. Es disfrutar desde la víspera, aún en medio de la oscuridad. Esto no es utopía, no es un sueño, está relacionada con una visión definida, pensada y enérgicamente buscada.

Cultivar la resiliencia requiere práctica, tolerancia aun de uno mismo, una mentalidad de guerreros felices, no violentos, cuya energía enfocada y autodeterminada conduzca a una superación paulatina de eventos de menor y mayor escala de dificultad, hacia una versión más consistente, fortalecida de lo que somos.

Tu mejor versión no busca que seas perfecto, sino de vivir con propósito, de identificar tus deseos de vida individual, pareja y familia, de reconocer sus valores compartidos.

El amor y la amistad nos ofrecen el terreno fértil para  orecer como seres humanos construyendo no solo mejores versiones de nosotros mismos, sino también una comunidad más fuerte y amorosa.