Mientras los medios de cualquier país anuncian que en los próximos cuatro o cinco días lloverá con determinada intensidad, aquí registran que ayer llovió a cántaros. No hay predicciones y, cuando las lanzan, no son confiables. Parecería en primera instancia que las fallas son simplemente anecdóticas y sirven solo para burlarse, pero no: son de tremenda importancia, tanto que nos condujeron a la crisis que hoy sufre el país en materia energética y al desabastecimiento de agua que en Bogotá ha obligado al racionamiento.

Es que al Ideam no se le provee de las modernas tecnologías, tienen que adivinar y, claro, las adivinanzas son inciertas. Aún los pluviómetros son artesanales cilindros, y las mediciones de profundidad se hacen con base en testigos enterrados que no se sabe si se hundieron o cuánto. Los volúmenes acopiados en los embalses los miramos como cosa ajena, pero nos afectan tremendamente en producción energética, y en sus costos. Tras de que nos venden carísima la energía hidráulica, nos clavan con otros ítems como el transporte, y sostienen que las plantas térmicas producen a muy altos costos, que no importa que estén aquí mismo, de todas maneras nos clavan aplicando unas fórmulas que solo entienden los genios de la Creg y los técnicos de las generadoras que, claro, están ahí para clavarnos con su jeringonza.

Duque, dizque bobo, aprobó los precios de la concesión de Air-e, y los de distribución que condujeron al desastre que vivimos, la gente tiene que escoger entre comprar comida o pagar la luz, martirio que podría el Gobierno nacional mitigar, pero se requiere la voluntad del gobernante, cosa que no hay, aunque lo disimule en sus arengas populistas.

Petro está en otra cosa: en su permanencia en el poder, y paso a paso avanza. Pronto tendrá por lo menos un asiento en la Corte, de pronto hasta un asiento en la Junta del Banco de la República y, aunque compartido con todo el Senado, la postulación de Eljach se la deberá a él, o sea la Procuraduría dejará de ser el faro de la democracia, la talanquera a los desmanes que significaba Margarita Cabello, a quien lamentablemente muy pronto se le vence el período, y a quien le debemos que durante dos años haya, ajustada a la ley y con firmeza inigualable, frenado los desmanes petristas. Mucho le debemos a la procuradora saliente.

Pero Petro sigue en lo suyo, presentando, por ejemplo, un desfinanciado presupuesto nacional que sabe no pasará, lo que le dará lugar a quejarse del “golpe blando” que le servirá para preparar su propio autogolpe duro.

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