Por ser yo un dinosaurio en cuanto al uso de las tecnologías para redactar textos, continúo escribiendo, incluso esta columna, a mano, con lapicero y papel. Más allá de la costumbre o, si se quiere, la nostalgia de emplear el lápiz o el bolígrafo para escribir sobre un cuaderno, libro o un papel, esta sencilla actividad que muchos practicamos diariamente, alternándola o no con las herramientas tecnológicas, se ha demostrado que tiene consecuencias positivas sobre la actividad neurológica del ser humano.

A mi juicio, las ventajas que supone escribir en un ordenador o cualquier otro aparato electrónico no se equiparan con las de tomar nota a mano, como lo ratificaron investigadores de las universidades de Princeton y UCLA (2014), en un estudio que estableció que, aunque, en general, tomar apuntes es beneficioso, “la tendencia de quienes toman notas con portátiles a transcribir las clases textualmente en lugar de procesar la información y reformularla con sus propias palabras es perjudicial para el aprendizaje”, determinando que estudiantes que usaban portátiles para tomar nota obtenían peores resultados que quienes lo hacían a mano.

Al comparar los resultados de experimentos con tres grupos de universitarios que usaron cuadernos, tabletas electrónicas y teléfonos inteligentes, científicos de la Universidad de Tokio (2021) definieron que, hacerlo a mano y en papel, tiene relación con funciones cerebrales como la memoria, el lenguaje, la decodificación de la información y la visualización mental de imágenes. Plantearon que: “El uso ampliado de dispositivos móviles o computadoras podría socavar el uso de libros de texto tradicionales y cuadernos de papel, que de hecho pueden proporcionar información más rica desde la perspectiva de la codificación de la memoria”.

En un estudio de este año, investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología destacan que esta actividad, que implica un control fino de los dedos y, por ende, a prestar atención a ello, genera mayor conectividad cerebral que con un teclado. Sin menoscabar la importancia de manejar la tecnología, los investigadores instan “a que los niños, desde una edad temprana, sean expuestos a actividades de escritura a mano en la escuela para establecer los patrones de conectividad neuronal que proporcionan al cerebro las condiciones óptimas para el aprendizaje”.

Por ello, recomiendo motivar a los niños al uso de la escritura tradicional, como medio insustituible para un desarrollo cerebral que permita mejores posibilidades de aprendizaje y crecimiento intelectual.