Hemos conocido y conocemos bastante el caso de Venezuela, ya lo hemos mencionado en columnas anteriores, personalizando en temas que no nos gusta mencionar, pero que son el resultado en este caso de haber servido a mi país en el campo diplomático hace muchos años cuando ejercimos el Consulado General de Colombia con sede en Caracas. En ese entonces el país tenía altos y bajos.

La lucha por el poder se centraba entre los Adecos y los Copeyanos que se devoraban a cada momento y por cualquier detalle. Más por el poder que, lógicamente, les fascinaba. Carlos Andrés Pérez se iba retirando de la política desilusionando, era muy estadista, y cuando menos lo esperaba el país llegó al poder Hugo Chávez. Quizás ni los mismos venezolanos vislumbraron en ese momento el futuro.

Chávez instauró la dictadura y el pueblo lo acogió. Fue paulatinamente con los años destrozando toda la estructura legal de ese hermoso país lleno de gentes fabulosas y riquezas interminables.

El petróleo los hizo multimillonarios, pero todos con Chávez a la cabeza fueron bebiendo de ese elixir enloquecedor. Elites, íntimos del dictador y mucho de las Fuerzas Armadas se volvieron riquísimos.

Cuando Maduro reemplazó al dictador se sumó inmediatamente al robo, al abuso, a la extorsión, al delito disfrazado de engaños para el pueblo. La riqueza le dio paso a la pobreza, a la escasez, al corrompimiento, a una economía en declive, a la impunidad sobre el delito, a la ausencia de valores.

Los saqueos, los robos al erario público se volvió costumbre, la intolerancia con la honradez, todo se volvió un caos. Y así está ahora Venezuela: En un caos, un desorden por donde quiera analizarse. Cuatro millones de personas, los que pudieron hacerlo se fueron huyendo del país.

Los que tenían fondos se convirtieron en los primeros compradores de bienes en Estados Unidos y Europa, los otros se especializaron en conocer la manigua para atravesarla a pie por las fronteras.

Cuando recordamos estos hechos que son realidades no inventadas nos preguntamos: ¿No estamos en Colombia comenzando a vivir o ya estamos adelantados en seguir este mismo camino? ¿Acaso no percibimos que muchas de nuestras estructuras se nos están desmoronando? Que tenemos igual que ellos un gobierno inepto incapaz de ejercer el poder, pero alimentador de la entrega a los delincuentes, de fomento del delito o ¿acaso no es así con la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y el banquete de las Regalías denunciado por el Director Nacional de Planeación? Venezuela se hundió porque la hundieron el gobierno y la corrupción.

¿Colombia no está ya transitando ese mismo camino? No se necesita ser alquimista para ver claro estas realidades. Todos las estamos viviendo, todos, porque el pueblo somos todos, y las diferencias que inventa el gobierno no son sino el fruto de sus mismas acciones.