La respuesta ordinaria a las atrocidades es tratar de desvanecerlas de la consciencia. Ciertas violaciones del compacto social son demasiado terribles para ser dichas en voz alta. Este es el significado de la palabra inenarrable”.
Con esta introducción que hace la psiquiatra investigadora en violencia doméstica Judith Lewis Herman en su libro Trauma y recuperación. Las secuelas de la violencia –del abuso doméstico al terror político-”, entendí la quinta esencia del trauma psíquico gracias a esta palabra que lo define todo.
Es el denominador común a todas las formas de trauma psicológico -abuso sexual, maltrato verbal y físico, violencia intrafamiliar, secuestro, extorsión, amenazas contra la vida, atraco, bullying, ciberbullying, la violencia social, la guerra-, a toda situación que represente una amenaza para la vida.
El conflicto entre el deseo de negar los eventos horribles y el deseo de proclamarlos en voz alta es la dialéctica central del trauma psicológico.
Nadie quiere hablar porque cada evocación representa revivir el trauma con la misma dolorosa intensidad que experimentó la primera vez. Ningún secuestrado quiere hablar de los horrores del cautiverio, ni del terror que siente el que es extorsionado y amenazado, o las vivencias de la guerra. Eso se llama revictimización y es lo que se trata de evitar guardando silencio.
En el caso del abuso sexual hay tres razones por las cuales el menor calla: 1) le da mucha vergüenza contar lo que sucedió, 2) lo amenazan diciendo lo que le pasará si dice algo, 3) no le van a creer, ya que el victimario es el padre, el padrastro, el hermano mayor, el padrino, la mejor amiga de la mamá, el cura, el pastor, el prestante señor de la comunidad.
De hecho, no le creen, las razones son múltiples y dentro de ellas, infortunadamente, pesa mucho lo económico, si el victimario quien, al mismo tiempo, es la persona que sostiene el hogar, se va de la casa, ¿quién va a mantener a los que se quedan?
También se presenta la negación como mecanismo patológico para dejar las cosas como están, en especial, cuando en medicina legal revisan a la niña, ven que no ha sido desflorada y le dicen a la madre que “todo está bien”, y ella lo interpreta como que su hija no fue abusada sexualmente.
El escenario en el que no quiere estar ninguna persona con trastorno de estrés postraumático es el consultorio del psiquiatra o del psicólogo, porque allí se van a remover todos los dolores psíquicos para ser resueltos, no desde la lágrima o la queja, sino desde la denuncia del acto atroz como algo que debe ser castigado por la justicia y la sociedad como acción sanadora.