Riohacha no es la ciudad de Federman, pudo haberla fundado, poblado hace 479 años, cumplidos el pasado 14 de septiembre, pero es la hija de sus hijos. Siete veces incendiada y otras tantas la levanta el ave Fénix. Alma de volcán soplaba sobre ella cuando las cenizas apagadas volvían a despertar con furor las lavas. Sichimi, la llaman los Guajiros, porque no dejan de querer como suya a la que había nacido en su seno febril y buscó después el arrimo apacible de las dríadas.
Y creció como una ninfeácea a orillas del Calancala. Lo anterior es parte de la historia de Riohacha, la ciudad festonada, contada por uno de sus hijos, el siempre recordado escritor José Ramón Lanao Loaiza, en el año 1936.
El pasado histórico de Riohacha quedó plasmado en los escritos del historiador, Benjamín Espeleta Ariza, haciendo visible el devenir diario de los riohacheros, sus falencias y logros, pero que, a través de los años, su legado, ha sido letra muerta.
Sin embargo, cabe resaltar que, a pesar de todas las vicisitudes, se está levantando de sus cenizas y de los incendios sufridos por los corsarios, los indígenas y la corrupción que, en las últimas décadas, representada por una dirigencia inferior a los retos impuestos, no fue posible colocarla en un sitial de desarrollo y prosperidad, representada en el comercio, turismo y calidad de vida de sus habitantes.
Al dejar de ser una ciudad importante en el área del Caribe, como ciudad emancipadora y bravía, donde los consulados de las Antillas ondulaban sus banderas, donde funcionó uno de los bancos más florecientes de la época: el Dugand Gnecco- hoy queda el histórico hotel padilla-, donde la ciudad capital gestó una de las mejores batallas del Almirante José Prudencio Padilla: el de la Laguna Salá, eso importó a sus habitantes, dejándola en el recuerdo y convertida en cenizas de la historia.
Riohacha, necesita procesos de reingeniería; en su gente, sus líderes, su cultura, sus servicios públicos y de su sentido de pertenencia. Está rezagada, respecto a las demás ciudades capitales del caribe, a pesar que hoy cuenta con varios centros comerciales y almacenes de cadena. Siempre lo he expresado en mis columnas de opinión.
La mala calidad de vida continúa golpeando la población vulnerable, que es del orden del 60% de su población total: malos servicios públicos, donde el único eficiente es el servicio de gas natural. Su crecimiento no ha sido bien planificado, siendo el espacio público uno de sus grandes problemas, especialmente en el centro y el mercado viejo.