Luego de la Conferencia de las partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio climático (COP21) en 2015 y la firma del Acuerdo de París, el petróleo quedó en el lado equivocado de la historia, dado que su consumo constituye la principal fuente de emisiones GEI, causantes del Cambio climático y el propósito fundamental para contrarrestarlo es la descarbonización de la economía.
Con razón la ex secretaria de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático Christiana Figueres, sentenció: “hay que agradecerles a los hidrocarburos por lo que han hecho de la economía de Colombia, porque este país no sería lo que es si no fuera por la exportación de carbón y petróleo. Por esta razón no se pueden meter dentro de la cajita de los diablos y satanizarlos. Sin embargo, llegó la hora de reconocer que es una actividad que tuvo su momento de sol, pero hoy ya está en el atardecer y tenemos que, prudentemente buscarle alternativas rápidas ya”. No cabe, entonces, la menor duda de que los hidrocarburos tendrán menos futuro que pasado.
Todos los países signatarios del Acuerdo de París contrajeron el compromiso de reducir sus emisiones en un porcentaje, en el caso de Colombia en un 51%, hacia el 2030, considerado como la meta volante para alcanzar la carbono-neutralidad en el 2050. Pero la COP 26 tuvo el cuidado de establecer que la responsabilidad adquirida por cada país aunque es común es diferenciada. Y, tal como quedó consignado en la Declaración final de la COP 28, se le pide a las partes que contribuyan “con una lista de acciones climáticas, de acuerdo con sus circunstancias nacionales, teniendo en cuenta los diferentes puntos de partida, circunstancias y vías nacionales”. Esto, para significar que cada país se debe dar su propia Hoja de ruta para la Transición energética.
No obstante, el actual gobierno, que preside Gustavo Petro, se ha dejado llevar por el voluntarismo renunciando prematuramente a los hidrocarburos, dándole la espalda, cuando el resto del mundo se limita a tomar distancia, alejándose gradualmente de ellos. Tanto la ex ministra de Minas y Energía Irene Vélez como el Ministro actual Andrés Camacho han sido categóricos y reiterativos al afirmar que durante este cuatrienio no se firmarán nuevos contratos de exploración y producción de hidrocarburos.
En la COP 28, el Presidente Petro fue más lejos aún, al firmar el Tratado de no proliferación de combustibles fósiles, paso este en falso que compromete a Colombia no sólo a no firmar nuevos contratos sino a “cero exploración nueva” y “cero proyecto de explotación nueva en el mundo”. Mientras tanto lo que denotan los registros en el resto del mundo es una febril actividad de las empresas petroleras. El récord de producción por parte de EEUU, supera la de Arabia Saudita, Brasil produce 3.7 MMBD y tiene la meta de producir 5.4 MMBPD en 2028. Entre tanto, Guyana, el nuevo rico de la cuadra ya está produciendo 600.000 barriles/día y aspira producir 1 MMBD antes de un año, mientras Colombia en lugar de acercarse al millón de barriles al que aspira el Ministro de Hacienda Ricardo Bonilla, que alcanzó entre 2014 – 2015 se sigue alejando. Bien se ha dicho que las palabras tienen poder!