Un formidable doble zigzagueo de Terceros, delantero boliviano, para desairar a Lucumí y a Castaño, acompañado de un remate con una precisión quirúrgica, fue el golazo que sirvió para que Bolivia derrotara 1 a 0 a Colombia.

Esa única, pero maravillosa aventura individual en la segunda etapa, estropeó en el marcador el buen juego desarrollado por Colombia. Después de salir ileso en los primeros 10 minutos, de la andanada de remates de los sobre excitados futbolistas bolivianos, Colombia fue el propietario del balón, del dominio territorial y de las mejores oportunidades.

Trasladó a Arias del aislamiento en el que vivió sobre la raya del costado derecho, al protagonismo en el mediocampo, para ayudar a cerrar la zona de remate al lado de Castaño y Uribe (que no alcanzaban para impedir el más eficaz y repetitivo argumento boliviano en la altura), y para ser otra estación muy confiable en el itinerario de la circulación del balón, este, el argumento más repetitivo y necesario de Colombia en la altura.

Con una Bolivia que ante la inferioridad numérica decidió replegarse, Colombia recurrió a un toqueteo pausado, seguro, en corto, entre todos. Toqueteo embaucador, que no le mostraba señales amenazantes al rival, pero en el momento justo aparecía el pase filoso de cara al gol.

Solo la impericia técnica de los delanteros, especialmente de Córdoba, a la hora de la definición, y algunas buenas intervenciones del arquero Viscarra, impidieron la victoria de Colombia. ‘La Amarilla’ regresa a Barranquilla con su autoestima intacta, y sus convicciones futbolísticas reforzadas, para enfrentar a Chile después de semejante prueba en el desmesurado escenario de El Alto, del que salió con una magulladura en su orgullo, sí, pero sin ninguna cicatriz deformante.