El loro de la casa de Juan le daba órdenes a su perro. Desde la gran jaula que diseñaron para él, observó que ingresaba una serpiente a la que le sonaba la cola. ¡Es una víbora cascabel! Cacareó sin titubear. ¿Cómo no se dieron cuenta y la dejaron entrar hasta la sala? Le reclamó a su amo y al can que no dejaba de ladrar demostrando más miedo que valentía para espantarla.

La culebra se reía y decía con voz ronca y tenebrosa: Nada que digas o hagas impedirá que hoy mi veneno se vierta sobre tus plumas y así obtendré la capacidad que tienes para hablar con voz valiente y dulce. ¿No van a hacer nada? ¿No ven que quiere dejar a este hogar sin la alegría de mi voz? Preguntó asustado el loro que ahora tenía tono de cotorra.

Cómo pudo el leal cachorro, mordió la cabeza de la amenaza rastrera, hasta dejarla sin aliento y verificar que no cumpliría su objetivo. La serpiente dijo: “No pude con el loro, pero este perro no volverá a ladrar”, luego de percatarse que antes de morir el veneno letal ya circulaba por sus venas.

En su último suspiro el joven sabueso de la familia le dijo al pájaro hablador: Por defenderte he perdido mi vida y aunque no me arrepiento, espero que ahora hagas mucho más que sonar bonito y gritar repitiendo lo que otros dicen. Honra por siempre la memoria de este guardián que sembró su vida para que nunca se apague tu voz.

Cuentan algunos, que el loro escapó de la jaula, culpándose de la muerte de los sueños de un noble y leal animal, que le consideraba más que su amigo, porque fue capaz de morir por él. ¿Si se pudo escapar por qué no lo hizo cuando vio a la serpiente? Es la pregunta que todavía se hacen en el pueblo.

Agradar para recibir preferencias, afectos o favores, es una tarea emprendida muchas veces sin observar la forma correcta para hacerlo y generalmente sin considerar las consecuencias de alimentar el culto a la personalidad, generando resentimientos, odios, envidias y rivalidades innecesarias: Mientras se pueda se debe evitar el conflicto.

La aprobación irregular es la manifestación, el reconocimiento, la expresión de aceptación, conformidad, legitimidad, patrocinio, respaldo, apoyo o ayuda, por fuera de la tradición, la costumbre o las buenas formas, bajo situaciones imprevistas, incontenibles e ineludibles, para garantizar la convivencia. Es un huracán de incertidumbres en medio del pánico ocasionado por la inseguridad. La marcha de la conciencia en la vía de la mentira. El celo del poder durante la ruina de la posibilidad.

La confianza es el regalo de la verdad. Creer es soñar y vivir. Los dichos del bien son los argumentos ideales para ganarle a la aprobación irregular.