“La otra cara de la moneda” es la disyuntiva a que hago referencia a propósito de mi columna de la semana pasada en este diario, cuyo eje fue el Estudio Económico 2024, de la CEPAL, que advierte del bajo crecimiento económico de la región, a la vez que exhorta a los países para que dinamicen el crecimiento y puedan responder a los desafíos de este tiempo, haciendo énfasis en que el mejor camino para el desarrollo social es el crecimiento económico, privilegiándolo sobre otras oportunidades fundamentales para salir del subdesarrollo.

¿Cómo sostener e impulsar el crecimiento económico de los países en un planeta con unos recursos naturales que se están agotando? ¿Cómo priorizar las necesidades sociales y ambientales antes que los requerimientos económicos mundiales? Estos interrogantes resuenan desde hace algunas décadas en la misma medida en que el crecimiento económico se fue constituyendo en una medida para el desarrollo de las naciones, con indicadores esenciales como el Producto Interno Bruto.

Por los retos mayúsculos que representan los efectos del cambio climático, las desigualdades sociales, la acumulación de la riqueza en pocas manos, etc., es imprescindible establecer si seguimos creciendo a costa de la agudización de estas problemáticas. Según el análisis del economista británico Daniel Susskind, autor del libro Growth: A reckoning (Crecimiento: un ajuste de cuentas), en el que habla del “dilema del crecimiento”, no es necesario frenar el crecimiento, sino que se debe animar a la gente a desarrollar tecnologías que lo fomenten, pero que, al mismo tiempo, protejan otras cosas que valoramos, como el medioambiente, por ejemplo.

Para el economista, aunque se ha vuelto popular la idea de que el crecimiento infinito no es posible en un mundo finito, está completamente equivocada, pues lo pertinente es descubrir nuevas formas productivas de usar dichos recursos, proponer ideas o fórmulas para convertirnos en sociedades y economías que descubran más ideas útiles sobre el mundo. “El crecimiento económico no viene del mundo material, viene del mundo de las ideas, del mundo intangible. No viene de utilizar más y más recursos finitos, viene de los descubrimientos”, le dijo Susskind a BBC News.

Un punto de vista, frente a esta encrucijada, se aplica en la nación budista Bután, en el Himalaya, donde se mide el Índice Nacional de Felicidad Bruta, como un indicador de progreso y bienestar social, incluso, con relevancia superior al PIB y al mismo crecimiento económico.

@Rector_Unisimon