Estamos los habitantes de Barranquilla muy satisfechos y orgullosos de la labor que adelanta nuestro magnífico alcalde Alex Char en todos los frentes de trabajo, especialmente en las ampliaciones de carreras, avenidas, calles, que con el tiempo fueron quedando estrechas. Los años no pasan gratis y cobran “la factura del progreso” como las llamó Mitterand cuando decidió hacer algo parecido años atrás en París con determinadas avenidas, hermosas, históricamente intocables, pero diseñadas dos siglos atrás para carros de tracción animal.

Pero le vamos a solicitar una vez más a nuestro alcalde otro avance: el parcheo o en veces el reparcheo de cientos de calles y carreras, en todos los barrios, en todos sin excepciones donde ya prácticamente no se puede transitar en toda clase de vehículos. Porque en un alto porcentaje ya no son simples huecos, sino cráteres, que además del deterioro de carros, camiones y buses son un silencioso pero mortal causante de muertes y accidentes de toda clase por aquello de que o vehículos o transeúntes le apuestan con razón al zig-zag, unos motorizados, otros a suela limpia, para no dejarse atropellar. Y con la “prudencia” entre comillas de los vehículos, la indisciplina cotidiana de los peatones, más huecos, más cráteres, más arroyos, más groserías, más indisciplina, todo es un caos donde la víctima más débil es el caminante, el peatón que se atreve, pero burla toda clase de prevenciones.

No es una crítica para el alcalde Alex y él sabe lo mucho que valoramos como ciudadano y como amigo su extraordinaria labor. Pero es necesario que las calles y avenidas se normalicen medianamente. Es un sufrimiento diario a cada paso en cada esquina en cada vereda en todo barrio no se busca ni se pretende lujo, elegancia, solo una acción práctica, funcional ciento por ciento que evite la famosa pirueta de esquivar los huecos por la cual todo el que tenga un timón en la mano tiene que acudir.

Y por último, como en los cuentos de Borges, la famosa última súplica, que nosotros llamamos en nuestra jerga la excepcional “ñapa”: ojalá, Dios así lo quiera, la plata alcance, porque siempre hay disposición del alcalde, para pensar en los andenes, las aceras, por donde el pobre peatón de la ciudad sale a transitar a diario, pero no sabe si regresa a su casa con las dos piernas sanas. Ah! Y por supuesto, que en esos andenes no aparezca como ya es costumbre el motociclista a toda velocidad que ya es hoy día el infierno hasta para los niños.