En el sector salud, lograr una acreditación de calidad es más que una simple certificación; es una declaración contundente de compromiso hacia la vida, el bienestar y la confianza de los usuarios. Esta semana que termina celebramos que la Clínica del Caribe, una institución icónica de nuestra ciudad, ha alcanzado este importante hito. Todos aquellos que hemos sido o somos parte de ella, como colaboradores, pacientes o familiares, debemos sentirnos complacidos y orgullosos de este logro.
Este reconocimiento, más allá de los estándares nacionales e internacionales que se debieron cumplir para obtenerlo, es la garantía de que en la Clínica se brindan servicios de salud seguros, humanizados y centrados en los resultados en salud.
Para comprender la verdadera dimensión de la calidad en salud, es necesario reflexionar sobre el costo de la “no calidad”. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año alrededor de 2.6 millones de personas mueren a nivel global debido a una atención inadecuada o errores evitables. En América Latina, se estima que el 10% de los pacientes hospitalizados experimentan algún tipo de evento adverso, muchos de los cuales resultan en secuelas graves o fallecimientos.
En un sistema de salud comprometido con la calidad, la seguridad y la humanización son dos pilares fundamentales. La seguridad significa que cada paciente recibe atención sin temor a que su salud empeore debido a errores prevenibles o negligencias. Para que cada procedimiento sea seguro, debe ser riguroso, revisado y llevado a cabo por personal capacitado, con protocolos claramente establecidos que minimicen al máximo los riesgos.
Por su parte, la humanización de la atención implica que cada paciente es tratado como un ser humano con necesidades físicas, emocionales y sociales, más allá de su diagnóstico médico. Es garantizar que el trato sea digno, que la comunicación sea respetuosa y empática, y que las decisiones clínicas consideren los deseos y expectativas del paciente y su familia. La humanización no solo mejora la experiencia del paciente, sino que también reduce el estrés y acelera los procesos de recuperación. Además, los servicios humanizados crean ambientes laborales más sanos, promoviendo un mejor clima organizacional.
En el corazón de cada institución de salud debe existir una convicción firme: la calidad no es un lujo, es una responsabilidad. La acreditación es la prueba tangible de que la Clínica del Caribe ha dado un paso firme hacia la excelencia, elevando el estándar de la atención médica en nuestra ciudad y, en última instancia, contribuyendo a construir un sistema de salud más justo y eficiente.
En nuestro país, es evidente que, especialmente en el sector público, la inversión en salud se concentra desproporcionadamente en infraestructura, relegando el componente de calidad, que es el que realmente transforma la atención y el bienestar de todos. Con frecuencia, vemos hospitales y centros de salud con edificios modernos y equipos de última generación, sin que esto necesariamente refleje un servicio, trato y protocolos de seguridad adecuados.
La infraestructura, al requerir grandes contratos, beneficia a pocos y genera riqueza en determinados círculos. La calidad, en cambio, depende de transformaciones organizacionales que mejoran el bienestar de toda la sociedad, enriqueciendo a todos sin distinción.
Felicitaciones a la Clínica del Caribe: gracias por invertir para cuidarnos con calidad.
@hmbaquero