Un huracán de noticias cocaleras nos cayó la última semana: Autoridades francesas incautaron submarino repleto de cocaína colombiana: El verdadero combustible de la violencia. Ocurrió en la inmensidad del Océano Pacífico, a 1.200 kilómetros del atolón francés Clipperton, que a su turno se encuentra a 1.200 km de la costa mejicana, y temerariamente iba rumbo a Australia. Informó Semana, el 29 de octubre.
Incautan en Ecuador casi una tonelada de cocaína colombiana en cargamento de arroz. Se incautaron además fusiles, pistolas y munición, había salido del Cauca para Estados Unidos. Anunció el Director de la Policía Nacional el 28 de octubre.
“Clan del Golfo perdió 100 millones de dólares con la incautación de la Armada Nacional de otro cargamento de cocaína. En zona costera del departamento de Sucre encontraron 3,2 toneladas de alta pureza, con destino probable Europa. Publicó la Fuerza Naval del Caribe el 31 de Octubre.
“Producción de cocaína en Colombia alcanza récord histórico con aumento del 53% en 2023.” Las hectáreas sembradas subieron 10% a 230.000 y la productividad disparó la producción a 2.600 toneladas. Cauca y Nariño, bastiones de las disidencias de las FARC, los de mayor crecimiento. Publicó El Tiempo el 19 de Octubre.
El año 2000 despuntó con el récord de la época: 160.000 hectáreas de coca. De ahí al 2013 baja sin prisa pero sin pausa a 45.000 has, un 75%.
Ese período cubre las dos administraciones de Uribe y la primera de Santos, quien en 2018 nos dejaría con 200.000 has. Salto resultante de haber aceptado el narcotráfico como delito conexo a la subversión, prohibido el glifosato y la fumigación aérea, reducido la erradicación y anunciado a priori beneficios para quienes dejaran los cultivos.
Todas esas concesiones no escritas hechas en La Habana a las FARC. Después en 2022 Duque nos dejó en 205.000 has.
El narcotráfico es el combustible de la violencia, de la corrupción, de la subversión, del desplazamiento, de la deforestación, del contrabando y del asesinato de líderes sociales y ambientales.
Muchos señalan a la prohibición como raíz de esos males, se la endilgan a Estados Unidos y abogan por la legalización.
Olvidan que la mayoría de los países asiáticos, como China, Vietnam y Singapur, y todos los musulmanes, como Irán, Egipto y Libia, tienen posiciones mucho más radicales contra el delito de narcotráfico, los mencionados incluyen la pena de muerte. Ello deja como única opción de realpolitik combatirlo como ya supimos hacerlo.