Quizás desde los Panamericanos de 1971, Cali no se mostraba al mundo como lo hizo con lujo en la COP16 para la biodiversidad, sobre la cual hay tres aspectos que quiero resaltar:

Primero: Bien por Cali, por el alcalde, la gobernadora y la Fuerza Pública, pero, sobre todo, ¡bien por el pueblo caleño!, que hizo suya la COP16 y la convirtió en un “evento vivo” que se expandió por la ciudad. Yo me sentí en la antesala de su famosa feria.

Segundo: Bien por la ANDI y el Consejo Gremial Nacional. El 1er Congreso Naturaleza & Empresa fue una experiencia entusiasta y aportante del empresariado, no tanto en discursos, sino en proyectos, hechos y resultados.

Lo que a la COP16 le faltó en presidentes, le sobró en empresarios comprometidos, no atrapados en las amenazas del armagedón ambiental, sino encontrando salidas sin apoyo público y, quizás por ello, desconocidas para el país.

Conferencistas internacionales se sorprendieron cuando hablé del impacto reforestador de la ganadería silvopastoril con capacidad de capturar más CO2 del que emite; como se sorprendieron del liderazgo de Fedegán en este tema por más de 15 años, que mereció apoyo del Banco Mundial, pero no ha merecido el del Estado colombiano.

Eso me lleva al tercer comentario. Pasó la COP16, ¿y ahora qué? No conozco las declaraciones finales negociadas en la Zona Azul, pero sí el comunicado final de la de Montreal - 2022 y su esperanzador titular: “La COP15 finaliza con acuerdo histórico por la biodiversidad”. ¿Acaso la nuestra terminará con otro acuerdo “histórico” y nada más?

De hecho, la ONU anda por el mundo de COP en COP. Además de la de biodiversidad, la COP29 de cambio climático será en Aserbayán, la COP16 para desertificación en Arabia Saudita, la COP15 para humedales en Simbawe y hasta Escazú ya va en su COP3.

Todas con sus miles de expertos, ministros y embajadores; todas con sus acuerdos históricos que suscriben muchos y cumplen muy pocos, pues no son vinculantes para las partes.

¿Qué esperamos de esta COP16, no tanto para el mundo, sino para el país? Pasar de acuerdos y declaraciones a decisiones con voluntad política y recursos; con menos leyes e instituciones “autónomas” y más resultados.

¿Qué espera la ganadería? Hemos propuesto 10 millones de hectáreas en ganadería silvopastoril con apoyo del Estado, aunque un millón sería ya una revolución ambiental y productiva.

En 2019, en otra cumbre ambiental, Duque se comprometió ante el mundo con solo 100.000 y no cumplió. Hoy, pese al entusiasmo del gobierno, en el Acuerdo de Tierras para Reforma Agraria no hemos podido hacer una sola hectárea Silvopastoril.

Así es muy difícil. No basta con prometer y asustar con el fin del mundo, hay que actuar.

@jflafaurie