No hay duda que el Presidente de la República de Colombia representa la unidad nacional.
Sin embargo, producto de nuestra falta de cultura política, en las últimas décadas hemos elegido a los peores, movidos por la manipulación del miedo, desinformación, ignorancia e ingenuidad, estrategias de poder que nos hacen presa fácil de “lobos vestidos de ovejas”.
Cada vez más no cala el discurso de que los buenos son los de la derecha y los malos son los de izquierda. Nada más fuera de la realidad, tantos unos como otros han saqueado sin misericordia las arcas públicas de un pueblo que muere arreciado por múltiples necesidades básicas insatisfechas.
Hemos elegido entre abanicos de reconocidos delincuentes, adornados por sendos prontuarios e investigaciones judiciales, circunstancias que no han sido óbice para elegir ciegamente al que más antecedentes tenía, movidos por el solo hecho de representar estúpidamente “mis ideas de derecha o de izquierda”, auto engañándonos con la quimera del cambio, que sabemos por esa vía nunca llegará.
El problema de la corrupción histórica de malos gobiernos es absolutamente responsabilidad de nosotros los colombianos por no elegir a los mejores. Nos hemos especializado en elegir a los peores, brutos, corruptos, carentes de conocimientos básicos académicos, sin formación ética ni moral, que los haga merecedores de llegar a la Presidencia de Colombia.
De tal suerte, que como pueblo hemos contribuido a que cualquiera “lagaña de mico” de “derecha o izquierda” sea presidenciable y pueda ser elegido, después sin pudor nos quejamos de los malos gobiernos, que con nuestro voto ayudamos a construir.
En 2026 Colombia necesita elegir un presidente que no sea “ni de derecha ni de izquierda”, capacitado, experimentado, equilibrado emocionalmente, autocontrolado, sin antecedentes judiciales personales, de: su familia, amigos, socios y auspiciadores, que sea capaz de unir la Nación y sacarnos de la estrategia de la polarización política, hilaridad e histeria colectiva, en que utilitariamente nos ha metido “la derecha y la izquierda”, llevándonos a la desesperanza colectiva.
¿Por qué no elegimos a Álvaro Gómez Hurtado y a Luis Carlos Galán Sarmiento? Porque eran estadistas, impolutos, capacitados, éticos y sin antecedentes judiciales. Fueron asesinados para que no fueran electos presidentes porque no eran parte del selecto grupo de “bandidos honrados” que históricamente se robaron al país.
Siendo así las cosas, los colombianos estamos obligados en 2026 a romper nuestro propio paradigma de elegir presidentes bandidos sean de “derecha o izquierda”. El país no aguanta otra equivocación, más polarización y saqueo. ¡Ni de derecha ni de izquierda porque nos tienen mamaos!