Cuenta la historia que Benjamin Franklin salía del Independence Hall, al finalizar la gran Convención Constitucional de 1787, cuando una mujer le preguntó: «¿Qué tenemos? ¿Una república o una monarquía?»… A lo que el héroe, científico y político estadounidense respondió: «Una república, si pueden conservarla». La respuesta de Franklin, hoy, cuando el país ha elegido una vez más como presidente a Donald Trump, un hombre de fuertes impulsos que tiene varios casos legales en curso —incluso, una condena pendiente—, es una luz semiencendida para el camino de los cuatro no tan previsibles años que están por comenzar bajo la batuta de quien ha prometido, muy a su estilo, hacer a EE. UU. grande otra vez.

Fue Ronald Reagan, el último presidente de EUA que nació antes de que la Primera Guerra Mundial tuviera lugar, quien en 1980 adoptó como lema de campaña esa frase (MAGA, Make America Great Again) con la que el también republicano Trump retorna a la Casa Blanca. Y vuelve con un triunfo arrasador. Una victoria que enseña, como tantas otras veces en tantos otros procesos electorales del mundo, que la mejor opción no es precisamente “la mejor”, sino la “menos peor”. El fracaso del partido Demócrata tal vez no esté en otro asunto más que en la comunicación. En el intento de cambio de gobierno de un Joe Biden incapacitado a una Kamala Harris postulada tardíamente no solo tambaleó el qué, sino también el cómo.

Donald Trump no será nunca un ejemplo de persona, pero es hoy el presidente electo de Estados Unidos. Y esa elección del hombre que a sus setentaiocho años regresa a la Oficina Oval recargado (más de venganza ante todo el que esté en su contra que de planes o propuestas que auguren bienestar colectivo) es la forma como los ciudadanos han manifestado su deseo de cambio. Un cambio que quizás tenga un costo altísimo para propios y extraños. Un cambio que, en otro tiempo muy distinto a este, los padres fundadores de EE. UU. habrían reprendido, en tanto la lucha y el respeto por los derechos humanos no ha sido ni será en ningún momento una línea de acción ni mucho menos una prioridad para un ser revanchista como Trump, el presidente número cuarentaisiete de los Estados Unidos de América.

«Quizás la historia de los errores de la humanidad es más valiosa e interesante que la de sus descubrimientos»... Más que como consuelo de tontos, esa idea que ratifica la tendencia a errar de los humanos es otra luz encendida por Benjamin Franklin, quien también afirmó, cual premonición del futuro que hoy habitamos: «El primer hombre que tome el timón será un buen hombre. Nadie sabe qué tipo de hombre puede venir después».