Circula en los medios del gobierno nacional con bastante aproximación a la asertividad, la versión de que se promueve reformas judiciales, propuestas al congreso al respecto, en coordinación con algunos altos funcionarios de algunas cortes, con la intención de crear una legislación que disminuya, suavice, mejore, la severidad actual de las leyes penales que califican los delitos para los abusadores sexuales y asesinos de niños de ambos sexos en el país. El argumento es que los delincuentes enjuiciados por esta clase de delitos deben tener la oportunidad de que el Estado los rehabilite, les conceda la oportunidad de limpiar sus asquerosas actuaciones, dizque se rehabiliten, en una palabra, que estos antisociales de ambos sexos no se pudran en las cárceles como casi sucedió con Garavito antes de morirse.
Este tema es otra barbaridad que aparece ahora ante la realidad nacional que no sale de sus asombros cuando cada día aparece un apoyo del gobierno nacional que a múltiples aspectos que necesitan gobierno enérgico, mano dura, templanza y no actitudes asombrosamente fuera del sentido común que lo que están produciendo en el país es la alarmante sensación de que el mismo gobierno nacional está reviviendo y fortaleciendo el mundo de los delincuentes, los está alimentando, estimulando, alejándolos del respeto a las leyes y facilitándoles sus espacios para cada día más cometer toda clase de delitos. Todo ello bajo un disfraz denominado Paz Total que no es otra cosa que la fragilidad ante el delito y el favorecimiento de corrientes de opinión para preparar adeptos a unas próximas elecciones.
El país tiene que rebelarse ante este nuevo absurdo. El que asesina niños, el que los violenta sexualmente, hombres y mujeres, quienes los secuestran, sencillamente son unos criminales hombres o mujeres de todas las edades Pero primero que todo son unos enfermos mentales podridos por dentro, inundados de maldad, porque si hay una perversión mental mayor se llama intentar contra una criatura indefensa de pocos años que apenas empieza a vivir sus primeras experiencias. Estos enfermos mentales necesitan si una rehabilitación, pero al mismo tiempo severidad en el castigo y no una mano extendida hipócrita que plantea la impunidad y libertad para que continúe ganando terreno estas barbaridades. Porque no puede calificarse de otra forma estas atrocidades contra la inocencia infantil. Se necesita ser un auténticamente depravado para asesinar criaturas que apenas empiezan a vivir. Contra toda lógica contra todo razonamiento elemental esta clase de delitos no los puede perdonar ni disimular una sociedad que pretenda como la nuestra sana convivencia y una justicia de altísima calidad.