Tras 15 días continuos de ilegales y extorsionadores bloqueos de su línea férrea, el pasado lunes Cerrejón reactivó sus operaciones de transporte de carbón a Puerto Bolívar, donde una gran cola de buques con sus impacientes tripulaciones espera para ser cargados con este mineral. Después de haber soportado más de 282 bloqueos en este año, éste último parecía una interminable amenaza de acabar con la sostenibilidad de esta empresa, arrasando con más de 13 mil empleos y todos los beneficios que genera para la región y al país.
A los protagonistas de estos bloqueos, que incluyen líderes de comunidades indígenas y algunos afrodescendientes, no les interesa los tremendos impactos negativos que producen. A ellos no les importa si Cerrejón se cierra por insostenible y como consecuencia miles de empleados y familias quedan sin trabajo, o si más del 50% del PIB de La Guajira se destruye en poco tiempo y se acaban súbitamente los cuantiosos recursos en impuestos, regalías e inversión social y ambiental que genera esta empresa.
La inacción y la indiferencia de las autoridades nacionales y locales es inaceptable cuando hay tantos beneficios en riesgo, especialmente en un territorio con tantas necesidades. Aunque esa actitud gubernamental puede tener su origen en los ataques que el presidente Petro, con su afán ambientalista, sigue haciendo a la minería de carbón y la explotación de petróleo.
Como no ha podido acabar con la minería de carbón en el país, imponiendo mayores impuestos y restricciones ambientales, estará feliz que lo hagan los bloqueos que realizan esas comunidades, que al final desafortunadamente serán las más afectadas. Podríamos estar entonces frente a una estrategia de inacción y complicidad del gobierno nacional frente a estos hechos.
Esta vez, cansados por lo prolongado del bloqueo, un importante número de comprometidos empleados directos y contratistas de Cerrejón, a los que se unieron ciudadanos independientes, realizaron una valerosa marcha y una campaña con mensajes por redes sociales para protestar contra esos devastadores bloqueos y para exigir a las autoridades acciones concretas para evitar que se sigan presentando.
El diálogo directo y transparente es el camino correcto para solucionar las diferencias que pudieran existir entre las partes.
No se han conocido pronunciamientos de los líderes de las organizaciones sindicales sobre esta situación que también amenaza sus puestos de trabajo y su razón de ser. Ojalá resuelvan el dilema que enfrentan.