En la mitología griega, Dédalo, inventor y arquitecto, fue conocido por construir el Laberinto de Creta, para encerrar por siempre al Minotauro, monstruo mitad humano, mitad toro. Al ser retenido después en su mismo laberinto por el Rey Minos, Dédalo construyó alas con plumas y cera para escapar volando con su hijo Ícaro. Este, entusiasmado con su vuelo, desobedeció los consejos del padre y se acercó al sol, lo que derritió la cera y cayó al mar, perdiendo la vida.

Con cerca de 120 mil vuelos comerciales por día en el mundo, la aviación genera 4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y la cifra crece vuelo tras vuelo. Esta industria enfrenta el gran desafío de surcar los cielos de forma amigable con el medio ambiente. Ya se vislumbra la posibilidad, en pruebas y mezclas piloto, con base en los SAF (Sustainable Aviation Fuel-combustibles de aviación sostenibles). En comparación con los combustibles fósiles que hoy se usan, se estima que el SAF puro reduciría las emisiones de carbono en más de 70%. Utilizando materias primas renovables y de origen biológico como aceite de cocina, aceites vegetales y desechos de la agricultura, se produce el SAF, a diferencia de los fósiles, de origen natural. Si bien es deseable abrazar con entusiasmo el SAF y verlo como una solución perfecta, es necesario mencionar que aún debe sortear obstáculos en frentes tecnológicos y económicos (es más costoso que el combustible actual). Los retos que plantea la adopción de dicho combustible en el sector de la aviación todavía son relevantes, pero, si se quieren resumir, se concentran principalmente en dos aspectos críticos, nada menores: la poca producción y su alto costo. Expertos estiman que la oferta actual de SAF no supera el 1% de la demanda mundial y opinan que aumentará al 2% en los próximos 1 a 2 años. El SAF es una forma científicamente probada y documentada, en pruebas menores, para que la aviación reduzca su huella contaminante. Pero los retos mencionados plantean que una transición plena tomará décadas, aplazando la fecha para que el elogiado biocombustible marque una diferencia relevante en el medio ambiente. Forzar una transición sería muy riesgoso, como en cualquier frente, por lo que se necesitarán soluciones alternativas, pero las opciones viables no abundan. El sector automotriz puede echar mano, no sin obstáculos, a las bondades de la electricidad, pero esta no es opción para la aviación, pues las baterías necesarias serían muy pesadas para los aviones. Se buscan voluntarios para esos vuelos de prueba del SAF puro al 100% y de los aviones eléctricos.

En el mito de Ícaro y Dédalo, su necesidad de conquistar el cielo era crítica para salvar su vida. Nosotros, para no correr la misma suerte que el joven griego, deberemos seguir volando con base en los cuestionados, pero seguros, combustibles fósiles. El SAF es una alternativa valiosa y seguro será una opción adecuada, pero para lograr un futuro sostenible, debemos probarlo con la prudencia de Dédalo y no con la precipitación de su hijo.