La reciente polémica en torno a la canción +57 es un recordatorio claro de cómo ciertas letras pueden normalizar e incluso glorificar conductas que atentan contra la dignidad de los menores de edad. Esta canción de reguetón, con una letra explícita y deplorable, ha sido objeto de crítica pública y, hasta el propio presidente de la República, ha expresado su rechazo. Que esta canción sea rechazada masivamente demuestra que la sociedad finalmente está empezando a cuestionar este tipo de contenidos, especialmente en un país como Colombia, que se ha esforzado por desterrar la mancha del turismo sexual y el abuso y aún más, cuando el nombre de la canción es el indicativo en WhatsApp de nuestro país.
Aunque algunas personas defienden a +57 argumentando que “hay letras peores”, esta excusa no exonera la responsabilidad de quienes crean y promueven esta música. No basta con señalar otros ejemplos; el hecho de que existan canciones con peores letras no disminuye el impacto nocivo de las actuales ni exime a los artistas de la responsabilidad por los mensajes que eligen difundir. Esta canción no solo fue un error de quienes la escribieron e interpretaron, sino también de quienes la consumen sin cuestionarla. Es un llamado a nuestro sentido común y a un mínimo de responsabilidad social.
Es cierto que los creadores de +57 han lanzado una versión corregida, pero la original sigue estando disponible en plataformas, lo que plantea interrogantes sobre el control que, como sociedad, debemos ejercer sobre el contenido que consumimos. La libertad de expresión es fundamental, pero también lo es trazar límites claros cuando los derechos de los niños están en juego. Las normas y el rechazo público no buscan censura, sino un entorno más sano para el desarrollo de la juventud.
Además, es importante señalar que este debate se da en la misma semana en que el país celebró la prohibición del matrimonio infantil, por lo que, es claro que como sociedad estamos cambiando, avanzando en nuestra conciencia colectiva y rechazando comportamientos que antes pasaban por alto o que ignorábamos. Sin embargo, no podemos permitir que nuestra música siga alentando o romantizando comportamientos que, en el fondo, destruyen el futuro de nuestros niños. Si como sociedad estamos avanzando en la protección de los menores con cambios legislativos, también debemos avanzar en nuestra cultura y dejar de sexualizar a niños y niñas. No es solo una responsabilidad solo de los artistas, sino también de todos nosotros como oyentes y como ciudadanos de un país que ha luchado tanto contra la violencia.
@CancinoAbog