Esta semana vimos cómo, sin el apoyo del Estado, el turismo y el agro salvaron la papeleta de la economía: el crecimiento del 2 % del PIB en el último trimestre se debió al café y al entretenimiento. Sectores como estos tienen la capacidad de generar ingresos para mejorarle la vida a la gente, pero en lo público generalmente el debate de dónde invertir los recursos no se centra en lo pragmático; se queda en lo conocido y lo simple. No podemos dejar que la tarea de fortalecer estos sectores siga recayendo únicamente en los privados, cuando es a todas luces un camino que nos conviene a todos.

La gestión de Elsa Noguera en la Gobernación demostró que invertir en estos sectores genera grandes retornos. En Repelón, los recursos destinados a 350 proyectos de palma y limón hoy arrojan resultados tangibles. Los campesinos, propietarios de parcelas de 10 hectáreas, generan hasta ocho empleos directos en sus cultivos y reciben ingresos por sus cosechas. El impacto se siente en las calles del municipio, en las tiendas donde ya no se necesita fiar porque la gente tiene trabajo y plata en el bolsillo. También el turismo, o entretenimiento según el PIB, ha transformado Puerto Colombia. La recuperación del muelle, la plaza y la creación del centro gastronómico Muelle 1888 han generado un efecto multiplicador: cada restaurante emplea alrededor de 10 personas de manera directa, y se suman las oportunidades indirectas, como los “trapitos” que ahora tienen una fuente de ingresos cuidando carros.

Es evidente que tanto el agro como el turismo no solo dinamizan la economía, sino que mejoran la vida de esas comunidades. Por eso estoy seguro de que algo similar ocurrirá en Puerto Mocho, con el proyecto que Alejandro Char ha continuado, finalizado y lidera. Esos nuevos visitantes generarán ingresos para los habitantes de una zona donde normalmente la economía difícilmente llega, como el barrio Las Flores. Por eso resalto esas iniciativas que logran poner los recursos directamente en las manos de la gente; porque cuando se tiene plata en el bolsillo, la gente está tranquila, y temas como la inflación, la educación o la salud, se alivian.

Por estos ejemplos estoy convencido que si es posible desde el Estado tener una visión enfocada en lo realmente importante: darle oportunidades a la gente. Y ahí está la clave de un liderazgo efectivo, no perderse en disputas políticas, sino centrarse en resolver los problemas de las personas.

Es momento de ser pragmáticos y apostar por lo que realmente genera resultados para la gente y les da ingresos. Debemos pensar fuera de la caja. No es fácil, pero el esfuerzo vale la pena cuando se ve el impacto de este tipo de iniciativas frente a las obras tradicionales. Dejemos de invertir tanto en vías que no generan desarrollo por sí solas y sigamos apostando, como lo ha hecho el alcalde, por proyectos estratégicos que verdaderamente transformen vidas.