Desde pequeño escuché decir que los años bisiestos se consideran años de mala suerte. Aunque no creo mucho en agüeros, el 2024, fue un año de la mala suerte para Colombia.
La economía está patas arriba. Hace tan solo una semana, el Dane reveló que en lo corrido del año, el PIB solo creció el 1,6% respecto al mismo periodo del 2023. Las tres locomotoras de la economía andan con los motores recalentao. El sector minero decreció un - 4,1%, las industrias manufactureras un - 2,8% y el comercio escasamente creció un 0,2%. El impacto colateral de este decrecimiento mandó a 4.838 empresas a Cuidados Intensivos (ley de quiebra), de la cuales 1.200, tuvieron que liquidarse. La superintendencia de Sociedades parece un hospital público en época de pandemia. Para cerrar con broche de cobre, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, le anunció esta semana al país que tuvo que recortar el presupuesto en $28.4 billones, afectando la inversión en sectores estratégicos como la agricultura, la infraestructura y la construcción.
Tampoco contamos con buena suerte en materia de seguridad y orden público. Un reciente informe de la Defensoría del Pueblo, reveló que el clan del golfo controla 392 municipios, el ELN 232 y las FARC 269. En lo corrido del año, el gobierno le entregó prácticamente el 86% del territorio nacional a estos grupos armados al margen de la ley. Hoy, en Colombia, hay más coca que papa, más atentados y bombardeos que en Israel o Ucrania, y se recauda más dinero por extorsión que por IVA.
También fue el peor año en materia de corrupción pública. Al descarado robo de los carro tanques y las Ollas comunitarias en la Guajira, se suman los giros a tres EPS que terminaron en paraísos fiscales; el billón de pesos que giró el ministerio de salud para construcción y mejoramiento de 40 hospitales y que no aparecen; los 180.000 millones de pesos que el Fondo de Energías No Convencionales (Fenoge) entregó en contratos a una familia de donantes a la campaña presidencial y las denuncias en contra del cónsul en México, Andrés Hernández, el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, La directora del Dapre, Laura Sarabia, el nuevo consejero presidencial Armando Benedetti, los expresidentes de la Cámara de Representantes, David Racero y Andrés Calle, el expresidente del Senado Iván Name y varios congresistas de los partidos de la U, Liberal y Conservador, por presuntos sobornos, coimas, dádivas y manejos turbios de dineros públicos.
En un año bisiesto se hundió el Titanic, ojalá en este turbulento año bisiesto, no se termine de hundir Colombia.
En el tintero. Colombia va a quedar en el 2026 tan desbaratada, que vamos a necesitar un presidente con los cojones de Trump, Milei, Bukele o Uribe.
@indadangond