En la recta final de este año seguimos soportando una temporada de lluvias intensas que, en meses anteriores, estuvo influenciada por la actividad ciclónica y de huracanes sobre el océano Atlántico y el mar Caribe. Ante este imponderable, solo nos resta extraer el espíritu festivo de nuestro corazón para cubrir la falta de esos magníficos disparadores del ambiente navideño a los que estamos acostumbrados: las ventoleras decembrinas, el cielo azul claro, el sol radiante y el frescor del clima que nos advierten del comienzo del mes más feliz del año.

Desde ayer, primero de diciembre, automáticamente, la actitud y el comportamiento de todos se transforma, para vivir de manera pletórica las festividades de fin de año, aún en medio de las dificultades cotidianas llenamos nuestro rostro de sonrisas, el ánimo lo colmamos de optimismo en espera del nuevo año y nos preparamos para el gozo e, incluso, el abuso gastronómico, con natillas, tamales, pasteles, pavos, perniles de cerdo, etc.

La tradicional ‘fiesta de las velitas’ es la primera fecha especial del mes, en que la fe católica conmemora el dogma de la inmaculada concepción de la Virgen María, declarado el 8 de diciembre de 1854, por el Papa Pío IX. Por ello, la noche del 7 y el amanecer del 8 llenamos los andenes y jardines de velas para iluminar la llegada de la Virgen.

Le sigue la Navidad, cuyos orígenes tienen relación con la fiesta del solsticio de invierno, que data de 300 años antes de Cristo y que el catolicismo transformó para celebrar el nacimiento del Mesías, que festejamos en el seno familiar con la cena navideña y los aguinaldos.

El 31 de diciembre nos reunimos para despedir el año y darle paso a la nueva anualidad, dejando atrás todas las vivencias negativas, y recibir con optimismo y compromiso los sueños y retos del nuevo año.

A estas conmemoraciones tradicionales se suman los grados, matrimonios, bautizos, cumpleaños, reencuentros, etc., que copan la agenda festiva decembrina. Lo ideal es gozar sanamente sin ponerle límite a las demostraciones de afecto a nuestros seres queridos y de solidaridad con quienes lo necesitan.

Disfrutemos plenamente las tradiciones de la temporada, con sus agüeros como los doce deseos de las uvas, el caminar con una maleta, la ropa interior amarilla, etc.

A pesar de los cambios climáticos, el calendario y la música nos reafirman que “Diciembre llegó, con sus ventoleras”, “y la brisa está que llena al mundo de placeres”. Por ello, despleguemos plenamente el espíritu festivo y llenémonos de esperanza para recibir el 2025.

@Rector_Unisimon