La primera duda que surge al encontrarse con una actriz como Angelina Jolie es si será posible desconectarla del personaje que interpreta. En este caso, el resultado es positivo, gracias a su impactante actuación, que logra sumergirnos de lleno en el profundo y destacado rol de la protagonista, María Callas.
Es conocida la afinidad del afamado director chileno Pablo Larraín por explorar los momentos más vulnerables de los personajes femeninos más representativos del siglo XX, mientras son sometidos al escrutinio de una sociedad que magnifica cada detalle. Así fue con Jacki (Kenedy)e, luego Spencer (Princess Diana) y, en esta ocasión, con María.
La película se centra en los últimos días de la vida de María Callas, la cantante de ópera más famosa del mundo. Larraín, que desde su infancia ha sentido una profunda fascinación por este género, muestra en María su vasto conocimiento sobre el tema.
La historia comienza mostrando los días finales de la diva, cuando había perdido su voz y los escenarios eran solo un recuerdo lejano. Callas falleció en 1977 a los 53 años, cuando ya había perdido su capacidad vocal, pero mantenía su fortaleza personal, una faceta que Jolie interpreta con gran sutileza.
A través de flashbacks, la cinta retrata los momentos más significativos de su vida. El filme combina grabaciones originales con aquellas en las que Jolie interpreta las canciones, lo que aporta una dimensión adicional a la película. Para ello la actriz realizó un riguroso entrenamiento en el género operístico, lo que le permitió adoptar la gesticulación propia de la cantante.
El guion, escrito por Steven Knight, transcurre principalmente en la mansión parisina donde Callas vivió sus últimos días, acompañada por sus fieles empleados, Bruna (Alba Rohrwacher) y Ferruccio (Pierfrancesco Favino), con quienes mantiene una relación que oscila entre la gentileza y un humor sutil.
El estudio del personaje abarca episodios claves de su vida, como el trato abusivo de su madre durante su infancia, su relación con el magnate Aristóteles Onassis (Haluk Bilginer) y las tensas circunstancias que definieron su carrera.
La fotografía a cargo de Ed Lachman, nominado anteriormente por su colaboración con Larraín en El Conde, transporta al espectador a la época representada mediante el uso de un granulado que da textura tanto al blanco y negro como a los colores.
La película se estrenó en el Festival de Venecia y actualmente está disponible en Netflix.