En la mitología griega, Cerbero era el perro que vigilaba las puertas del inframundo (Hades). El espíritu de los difuntos encontraba al monstruoso can Cerbero (del latín Canis Cerberus) encadenado a la puerta de este. El perro de tres cabezas debía impedir que los vivos entraran en el reino de Hades y que los muertos salieran. Hoy se usa la palabra cancerbero en fútbol, para referirse al portero que defiende su arco de los goles del contrario.
En 2021, el presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, impuso la prohibición de la importación y uso de fertilizantes a base de gas natural como parte de su plan, sin plan, para “transformar el país en el primer productor mundial de alimentos 100% orgánicos”. La decisión, bien intencionada, como todas las que promueven las olas verdes y los combustibles renovables, tuvo consecuencias desastrosas. Cultivos clave como el arroz y el té, fundamentales en la economía y la seguridad alimentaria del país, disminuyeron drásticamente. En seis meses, la isla pasó de ser autosuficiente a depender de caras importaciones de arroz para el consumo de su población. Los ingresos por exportaciones se desmoronaron, destruyendo la reserva de divisas, ya grave por la pandemia y porque los ingresos del turismo no alcanzaron a compensarlas; no sé si probaron con aguacate Hass. Su producción interna de arroz, básico en la dieta nacional, cayó 20% y el precio interno aumentó 50%. Como incrementan los precios del gas en Colombia a medida que aumenta su importación. En 2022, el país incumplió el pago de la deuda externa, lo que provocó disturbios y la huida del presidente. El caso es una advertencia sobre los peligros de apresurar la transición hacia modelos sostenibles sin contar con infraestructura que la soporte. Es indiscutible, lo he afirmado en mis columnas, que deberemos abandonar los combustibles fósiles y adoptar prácticas sostenibles, pero las políticas deben estar respaldadas por análisis sólidos, inversiones previas, educación y apoyo técnico para garantizar el equilibrio del trilema energético. La transición energética no puede ser ambiciosa; primero tiene que ser prudente y justa, para que sea válida. Cambios repentinos, igual que un salto al vacío sin red de protección, generarán retrocesos y erosionarán la confianza y la seguridad energética y, como en el caso de Sri Lanka, traerán graves crisis económicas y sociales. Hay que actuar ágilmente, pero con estrategias claras y soportadas en análisis serios y ponderados. Los pasos graduales y bien planificados son más efectivos que los mandatos impulsivos. La transición energética no es solo un tema técnico; es un proceso humano, y su éxito depende de cómo se mitiguen los impactos en las vidas de las personas.
Al contrario del conocido refrán, a los malos pasos en la transición energética no hay que darles prisa. Los gobernantes deben actuar con la ferocidad del can Cerbero y con la agilidad de un cancerbero, para proteger la autonomía y seguridad energética de quienes los eligieron.