Este gobierno de Petro ha batido récord al poner en grave riesgo la capacidad energética del país en solo dos años. Muchos dirán que son cosas de gobiernos anteriores, en los que en algunos casos pueden tener razón a medias, por ejemplo, el país importa gas desde el 2016, sin embargo, el gas importado se usaba para el sector industrial, principalmente para llenar termoeléctricas, el país no importa gas para consumo doméstico, el que llega a nuestros hogares, aunque parece que ahora si nos tocó.
El freno al sector hidrocarburos, desincentivo a la inversión para exploración que desencadena bajonazos en la producción, construcción de nueva infraestructura y movilidad económica incluyendo el desempleo, son decisiones de gobierno que nos tienen de cierta forma en la situación actual y en la necesidad de importar gas de consumo doméstico.
La excusa de la transición energética sonaba bien en campaña, salir de los combustibles fósiles para implementar la energía eólica y la solar va en línea con las proyecciones mundiales, pero, Colombia solo implementa estas estrategias en un discurso, la realidad social, ambiental, jurídica son otra cosa. Aunque se haga tanta propaganda y campañas de humo, la realidad es que ya va la tercera empresa que da un paso al costado con las aspiraciones de generar energía a través del viento en la Guajira. Las empresas que se han ido son de clase mundial, lo que envía además, un mensaje negativo para los inversionistas, ahuyentado la inversión y la posibilidad de producir energía eólica en el lugar de más potencialidad del país.
Lo anterior suena como cuando muchos activistas ambientales incluso nuestro presidente actual, decían que debemos dejar enterrado el carbón y el petróleo del país por el cambio climático, pero, parece que no solo dejaremos enterrado los fósiles sino también la eólica, sumado a la inversión extranjera, la economía, la inversión social, pero, sobre todo, están enterrando nuestra seguridad y soberanía energética, al mismo tiempo que a los más pobres de este país.
La energía siempre va a tender a ser más costosa por una simple y básica razón, depende de recursos minerales finitos, sean combustibles fósiles o sean “renovables”, los cuales cada vez son más difíciles de conseguir, más profundos, por lo tanto, más costoso. Lo peor de todo, es que si además de eso, no somos capaces de producirlos en Colombia, transformarlos y fabricar equipos, hay que sumarle entonces el costo de importación y el costo geopolítico de lo que significa importar nuestras necesidades energéticas, haciendo aún más costosa la energía.
Sino dejamos de hablar con pajaritos y nos sentamos todos a planear realmente nuestra necesidad energética teniendo en cuenta nuestros alcances y capacidades, entonces seguiremos creyendo los discursos sentimentalistas, pasionales y victimizantes de nuestro señor presidente que nos van a llevar a destruir por completo nuestro sistema energético que tendrá secuelas durante muchos años pasando por distintos gobiernos.
*Director Observatorio de Transición Energética del Caribe OTEC – Universidad del Área Andina