Siempre hemos confiado en que por cada luz que se apaga, hay otra que se enciende. Pero la realidad de hoy nos habla de que en tan solo unos cuarenta años, serán muchas más las personas muertas que los bebés que nacerán… Así lo han registrado este año medios como The Economist, The Wall Street Journal o The New York Times, los cuales han encendido las alarmas sobre lo que supone una crisis humanitaria que no hay que desestimar: escasez de niños en el mundo.

En Colombia, la tasa de natalidad cada vez desciende más. Mas no hay mucho que preguntar acerca de las razones que han producido el alarmante descenso que, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en 2023 ya había llegado a su nivel más bajo en la historia. Tampoco hay que cuestionar a las madres y los padres potenciales porque hoy estén naciendo un 33,3 % menos de bebés en el país. Ni mucho menos, esperar que mágicamente todo vuelva a ser como en el tiempo de nuestros ancestros, cuando un matrimonio podía dar una ‘cosecha’ de cinco, seis o hasta más de diez hijos.

Según el DANE, hasta octubre de 2024 se registró una baja en nacimientos en Colombia del 14,4 %. Frente a esta situación, lo que más preocupación genera es que la tasa global de fecundidad del 2023 fue la más baja de la última década, con un desplome del 10,5 % con relación al año anterior; mientras que tuvo una caída exponencial del 30,3 % respecto al año 2014. Al final, lo que este panorama estadístico enseña es que llegamos a un mínimo histórico en “producción” de bebés: un promedio de 1,2 hijos por mujer.

«Tener un hijo no es tener un ramo de rosas», escribió el poeta granadino universal. En su inmensa sabiduría vestida de prosa, Federico García Lorca bien expuso en su obra teatral Yerma por qué tener un hijo es una decisión —y en algunos casos, simplemente un hecho— que implica una serie de compromisos que generan en el ser humano aún más necesidades que hacen que en muchas ocasiones la percepción de escasez termine siendo más grande que la de abundancia.

Nadie, sobre todo en un planeta cada vez más consumista, quiere sentir que vive escaso de nada. La gravedad de que estemos pariendo cada vez menos radica en lo que la ONU llama ‘tasa de reemplazo’, lo cual alude a los nacimientos necesarios para mantener estable la población mundial: 2,2 por cada mujer. Que en 2024 en Colombia estemos en 1,2 niños por madre representa entonces un claro desequilibrio en un futuro no muy lejano. La creencia popular dice que “cada niño viene con su pan debajo del brazo”. Pero la realidad mundial dice otra cosa. He ahí la muerte de la natalidad.

@catarojano