Creí que no acabaría nunca este año tan atípico en el que día tras día se han sucedido situaciones que nos generan asombro, estupor, vergüenza ajena, rabia, angustia, impotencia y una serie de sensaciones como jamás las percibí antes. No soy tan ingenuo como para haber creído que Petro sería el presidente del cambio que él prometía y supuse desde su campaña que de acuerdo a su desempeño como alcalde de Bogotá, sería un total fracaso como presidente, pero debo admitir que jamás imaginé que fuera a ser un personaje tan siniestro, maquiavélico, mentiroso y recargado de odio como nos lo ha demostrado. Tampoco que se dedicara desde un comienzo y con ahínco a acabar con todo lo bueno o regular que tuviera Colombia, y aunque sí supuse que la nefasta corrupción se dispararía, jamás que llegara a los escandalosos niveles de su gobierno. Creo que nadie imaginó que se rodearía de personajes tan disfuncionales, incompetentes y corruptos, pero Petro demostró que esas eran condiciones necesarias para ser parte de su equipo. Como yo siempre trato de buscarle un lado bueno a todo, creo que los colombianos debemos estar agradecidos por no haber logrado él la presidencia cuando compitió contra Duque. ¿Podría alguien imaginar cuántos hombres, mujeres y niños habrían muerto si hubiera sido Petro el presidente cuando la pandemia del Covid?
Como barranquilleros pudimos constatar el odio de Petro contra nuestra ciudad demostrada desde el inicio con una bellaquería iniciada en el gobierno de Duque, como lo fue la pérdida de los Juegos Panamericanos, mantener las elevadísimas tarifas de energía de Air-e, y rematada con la nefasta valorización que pretenden cobrarnos. Todos sabemos de sobra su inquina en contra de los Char porque el mismo Petro lo ha manifestado públicamente, bronca que crece en la misma proporción de los éxitos de Alex como alcalde, lo que parecería una mezcla de envidia y rencor, aunque no comprendería esto último.
En su última visita a Barranquilla, inane como todas las visitas suyas, arremetió con un verbo agresivo contra nuestro alcalde Alex Char reclamándole porque este no ha estado presente en sus presidenciales visitas a esta ciudad siendo él, Petro, el excelentísimo presidente de Colombia. La respetabilidad no se logra por un cargo sino por el comportamiento como ciudadano, y Petro ha demostrado que no se merece el respeto que él reclama. Además, ¿Cómo pedirle a alguien que esté presente sabiendo previamente que será agredido verbalmente? Lo más sensato y conveniente en estos casos es evitar ese tipo de enfrentamientos. Y más sabiendo que Petro no dispondrá para Barranquilla lo que nuestra ciudad se merece y requiere del gobierno central. Así que debo reconocer que con burla socarrona me sentí bien con la rabia de Petro. ¡Se lo merecía!