Tengo los mejores recuerdos de la Noche de Navidad en mi infancia. Era un anochecer del 24 y un despertar del 25 llenos de magia producto de la inocencia de aquellos niños que fuimos.

La expresión Feliz Navidad ha sido sustituida por una fría Felices Fiestas. La Navidad es única, las fiestas son incontables. Mucho va de las fiestas mundanas al nacimiento de Jesús. Al Niño Dios nos lo reemplazaron por Papa Noel o Santa Claus.

Aquello de “qué te puso el niño Dios” a “qué te trajo Santa Claus” me suena tan raro, tan extraño. Es que no tiene nada que ver con los recuerdos de los niños de antaño.

Anoche, al abrir uno de los libros que, por esta época, releo, encontré una vieja tarjeta de Navidad. Es recurrente que ello pase. En los libros guardo recuerdos, fotos, documentos, tarjetas de abordaje de aviones, papelitos de cajeros automáticos que se desdibujan con el pase del tiempo.

Recordé, entonces, que de los regalos de aguinaldos que se daban en aquellas épocas, de la fiesta de noche buena en el barrio con todas las casas abiertas, de los intercambios de cenas y pudines, de los abrazos deseando dicha, ventura y prosperidad pasamos a un mensaje, casi impersonal, enviado por WhatsApp.

Un poco después, de las anchetas llenas de deliciosas viandas, pasamos a un mensaje a través del correo electrónico, hasta llegar al frío y repetido de la mensajería a través del teléfono celular. Ya nadie llama, es toda una sorpresa que eso pase. Del teléfono para hablar, vamos por el teléfono para escribir.

Lo curioso es que el mismo mensaje, ese pequeño cartelito como por salir del paso, va a apareciendo una y otra vez. Hay quien lo manda y es tomado por otras personas para reenviarlo y entonces ese “felices fiestas” es más vacío, frío.

La Navidad es el gran festejo en familia. La cena es algo sagrado. La oración de esa anoche, igual.

Esta noche de Navidad, en la cena familiar, agradeceré al buen Dios por ustedes, deportistas, dirigentes, patrocinadores, aficionados y periodistas amigos.

Y, por favor, hagan un alto en el diario escribir y llamen y hablen con sus seres queridos, será una linda sorpresa, de esas que llenan el alma.

A todos les deseo una ¡Feliz Navidad!