El 07 de agosto del 2026 terminará esta horrible noche. No tengo duda de que el próximo gobierno no será petrista. Tampoco la tengo de que tendrá una tarea monumental. Comparto acá unas ideas en materia de seguridad y lucha contra los violentos.
Hay que renunciar a los diálogos. Han fracasado para traer la paz y solo han servido para el reciclaje de los grupos violentos y sus liderazgos.
Al mismo tiempo, los grupos se fraccionan una y otra vez, de manera que mientras unos dicen desmovilizarse, otros, las “disidencias”, mantienen su actividad criminal y se quedan con el negocio. A los grupos violentos no queda sino combatirlos sin pausa y aplicarles con rigor la ley. Hay que apostar por el estado de derecho y la justicia.
La paz no se hace con impunidad y beneficios para los criminales.
Es clave volver a poner el narcotráfico en el centro de la acción estatal. La minería ilegal y la cocaína, sobre todo esta última, son la causa y el fin de los grupos violentos que, a estas alturas, solo se mueven por su afán de lucro y han perdido toda motivación ideológica.
Hay que cortar de raíz sus finanzas. Para ello hay que volver a la erradicación (y si se pudiera a la fumigación aérea), sin dejar de hacer énfasis en la interdicción. Y que atacar a fondo las finanzas, con apoyo del sistema financiero internacional y nacional, recuperando la cooperación internacional que Petro colapsó. El gobierno ha abierto unos canales de blanqueo de capitales que hay que desmontar.
Recuperar la Fuerza Pública debe ser una prioridad. Sin ella todo está perdido. Hay que cambiar las cúpulas tan pronto como sea prudente y nombrar un liderazgo nuevo que pase por polígrafo y esté libre de cualquier duda sobre su cercanía ideológica a la izquierda. Su lealtad debe estar solo con la Constitución y con la nación colombiana. Hay que devolverles el presupuesto que les es necesario para cumplir sus tareas, reconstruir el poder aéreo, la inteligencia y las fuerzas especiales, y volver a implementar programas de cooperación ciudadana.
Recuperar los espacios de articulación entre las distintas fuerzas, desmontados recientemente en otro petrista golpe artero, es vital. Y hay que concentrarse en la recuperación del control territorial, perdido de manera dramática durante este gobierno.
Y sí, hay que estructurar mecanismos de coordinación de la Fuerza Pública con la presencia del resto del Estado, incluyendo la administración de justicia. El control militar del área es condición necesaria pero no suficiente para asegurar el territorio por parte del Estado.
Finalmente, hay que recuperar las prisiones y cárceles, acabar el INPEC, que ya no tiene remedio, y crear una nueva guardia. Y es indispensable un arduo trabajo con el sistema de administración de justicia para disminuir tanto y tan rápido como sea posible las escandalosas cifras de impunidad en materia penal y sancionar severamente la reincidencia. Será objeto de otra columna.
Para todos los lectores y sus familias, mis deseos de que el 2025 venga lleno de salud y abundancia.
@RafaNietoLoaiza