Lo que no podamos olvidar, está guardado en nuestros archivos cerebrales, zonas que se han demostrado que estimuladas traen las imágenes, los nombres, los momentos, sentimientos, felices o dolorosos. Y que no es el corazón, el que ama si no el cerebro o el que ve, y oye, no son tampoco, ni el ojo ni el oído, y así, los diferentes sentidos, hasta cuando, llegamos al alma, o a los sentimientos más profundos de nuestro ser.
Para estos dias de fin de año, en el que usualmente nos transportamos a los tiempos de la niñez, de la adolescencia y nuestra actual etapa adulta, revivimos momentos que vivimos con más intensidad.
Después de los setenta años la suma de tantos eventos es innumerable, y descienden al momento cambiando nuestros estados de ánimo entre la alegría, la felicidad, la depresión y la tristeza.
Esa serie de fenómenos traídos a nuestra conformación corporal física - sicológica y la llegada a lo espiritual, mezclada con interpretaciones a las que se pegan las costumbres, las enseñanzas, el medio ambiente, las condiciones socioeconómicas, las influencias externas, marcadas por las situaciones del mundo que nos rodea, que tienen que ver en diferentes formas con los núcleos que nos movemos, la política, la violencia, las guerras, la justicia, las religiones, y otras más que conceptualmente manejamos en el día a dia.
Todos estos aspectos que nos rodean, en forma mayor o menor, tienen que ser considerados, cuando hablamos, de enfermedades o de formas de prevenirla.
La medicina, se creó como una necesidad para salvar, proteger, curar o acompañar a las personas, sobre todo, cuando el sufrimiento, interfiere con las funciones diarias de las personas.
El estudio, la dedicación, la investigación, y los gigantescos pasos, que ha venido dando la ciencia, asusta a algunos que creen que la Inteligencia artificial nos va a desplazar.
Lo que resulta imposible por, las numerosas variables que hacen que los seres humanos necesitemos de lo anteriormente mencionado. Por el contrario, ya es una compañera obligatoria y de gran apoyo para mejorar la calidad de la atención sanitaria.
Pero, lo que no podemos olvidar es que el destino de la vida, termina como una ley natural. O sea, todo lo que estudiamos, lo que trabajamos, lo que gozamos, sufrimos, luchamos, hicimos, un día, se va a terminar. ¿Eso ya no nos debería asustar, creo que algo pasara en el otro lado, pero, mientras tanto me da un gran temor que pudiéramos olvidar todo lo que nos pasó y no entender el mundo en que vivimos? Perder las emociones y convertirnos en un bloque de hielo vivo.
¿Qué podemos hacer para no olvidar, al menos las cosas mas importantes? Vida sana, ejercicio, buena alimentación y el control médico, se aceptan como las recomendaciones mas reconocidas.
En los últimos días del 2024, recibí la primera nieta, que me ha hecho volver a la niñez y, al mismo tiempo, se me ha permitido compartir con mi madre sobrepasando los cien años de su existencia, es decir, los dos extremos de la vida.
La música, que es uno de mis entretenimientos mayores, trajo una enseñanza que quiero trasmitir, es un remedio para mejorar las enfermedades con alteraciones en las áreas del conocimiento, del comportamiento, o las producidas con el daño cerebral, muchas veces relacionado con el envejecimiento.
Es un remedio muy bueno, colocarle música, sobre todo, de su época, a aquellas personas, a quienes la edad empieza a confundir, su memoria, a olvidar eventos importantes, a disminuir sus emociones y a aislarse cada vez mas de sus seres queridos.
Mi experiencia es familiar, me hace invitarlos a que este año pensemos más en esos seres que nos necesitan, los de la tercera edad.