El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos plantea un escenario de tensiones renovadas en América Latina, particularmente en las áreas fronterizas donde convergen dinámicas de migración, soberanía y cambio climático. Regiones como el Tapón del Darién, la Amazonia y el Canal de Panamá se perfilan como puntos clave en esta nueva etapa de relaciones hemisféricas, marcadas por una narrativa que prioriza el control, el extractivismo y una visión limitada de la sostenibilidad.
Durante su primer mandato, Trump redefinió las fronteras como espacios de control estricto, y su regreso intensifica esta tendencia. En el Tapón del Darién, la colaboración entre Estados Unidos y Panamá ya ha llevado a la militarización de la región, con cercas de alambre y rutas cerradas destinadas a contener el flujo migratorio. Este enfoque ignora las causas profundas de la migración, como el cambio climático y la inestabilidad política, exacerbando las crisis humanitarias.
El Canal de Panamá también ha emergido como un punto de tensión diplomática. Trump ha insinuado que Estados Unidos debería recuperar el control del canal, una declaración que desafía la soberanía panameña y subraya la importancia estratégica de las áreas fronterizas como espacios de poder en la geopolítica moderna.
Trump también ha demostrado un enfoque inconsistente respecto a la soberanía nacional de otros países, amenazando, por ejemplo, con invadir México para combatir los cárteles de la droga.
Su retórica causa daño significativo a las relaciones internacionales y a la reputación global de Estados Unidos. Este enfoque unilateral se refleja también en propuestas como la adquisición de Groenlandia, una idea que ha generado tensiones internacionales y destaca cómo las áreas fronterizas trascienden América Latina, estableciendo paralelismos con el Canal de Panamá y el Tapón del Darién como espacios de disputa sobre soberanía y control estratégico.
Esto plantea preguntas sobre si la Amazonia podría convertirse en un foco de atención futuro, desatando una crisis diplomática.
La región se encuentra dividida entre dos narrativas opuestas. Por un lado, una visión regresiva que refuerza el unilateralismo, promovida por Trump y su administración. Esta narrativa reproduce patrones neocoloniales similares a los del siglo XX, priorizando la explotación de recursos y el control externo.
Por otro lado, se perfila una América Latina emprendedora, que ha comenzado a destacar en los últimos años a nivel internacional por su potencial en emprendimiento y desarrollo económico. Esta región busca consolidar un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible, capaz de aprovechar sus vastos recursos naturales y humanos para fortalecer y aumentar su influencia geopolítica.
El desarrollo tecnológico podría ofrecer alternativas fundamentales para potenciar este modelo de América Latina emprendedora. Sin embargo, esto requiere inversión y voluntad política, algo difícil de lograr bajo líderes que priorizan el extractivismo. Además, la creciente influencia de China en la región podría complicar la situación, ya que Trump buscará contrarrestar este avance, aumentando la presión sobre los gobiernos locales para alinearse con su agenda.
Los próximos cuatro años estarán marcados por el impacto de las políticas de Estados Unidos en América Latina. Desde la intensificación del control fronterizo hasta el impulso al extractivismo, la región enfrenta desafíos significativos. Sin embargo, también se presenta una oportunidad: redefinir su papel en el escenario global, promoviendo un modelo que priorice la sostenibilidad, la inclusión y los derechos humanos.
Las áreas fronterizas, desde el Desierto de Sonora, el Tapón del Darién hasta la Amazonia, emergen como los escenarios donde se perfila el futuro de la región.
Este contexto vislumbra un porvenir en el que América Latina podrá elegir entre consolidarse como un actor clave en el panorama global o sucumbir a presiones externas que perpetúan modelos anticuados. La capacidad de la región para resistir dichas presiones y construir una narrativa propia y conjunta será esencial para garantizar un desarrollo inclusivo, sostenible y alineado con las necesidades de sus ciudadanos y del planeta.
@IsidoroHazbun