La suerte de Colombia no cambiará en el 2025. El comportamiento de Petro y su gobierno seguirá siendo indolente. Si tomamos en cuenta como terminó el año 2023 y el 2024, no tendremos problema en vaticinar cómo será el 2025.

En diciembre de 2023, Petro terminó arremetiendo contra la Fiscalía General de la Nación y su autonomía en la rama judicial. Ese ataque fue el corolario para incitar el asedio contra la Corte Suprema de Justicia en febrero de 2024 como mecanismo de presión para la elección de la Fiscal General.

Del mismo modo, terminó ese año atacando el legislativo y enfrentado al presidente del Congreso, Iván Name, porque no cedió a su absurda agenda legislativa. También la prensa fue víctima de su falta de sindéresis. Ese año terminaba con la judicialización por presunta financiación ilegal de su campaña para llegar a la presidencia.

En diciembre de 2024, Petro terminó de la misma manera. Arremetiendo contra el Consejo de Estado y la autonomía de la rama judicial, atropellando a la procuradora Margarita Cabello quien saldrá del cargo en los próximos días, insultando al presidente del Congreso, esta vez, Efraín Cepeda por no volverse notario de las iniciativas parlamentarias del gobierno, despreciando periodistas y acabando la reputación del Consejo Nacional Electoral y de sus magistrados por haber presentado un pliego de cargos por financiación irregular de su campaña. Incluso maldijo en un evento público a los congresistas.

A todo esto, le añadimos la profunda corrupción de su gobierno en el atraco de los recursos de los pobres en la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo (UNGRD) y la judicialización del escándalo sobre la presunta entrega de cupos a los congresistas en el Ministerio de Hacienda para la aprobación de iniciativas en el Congreso de la República.

Como se observa, Petro se ha caracterizado por insultar la institucionalidad, romper la tridivisión de poderes, desconocer la autonomía de la rama judicial del poder público, dedicarse a insultar a los opositores y victimizarse con el repetido sonsonete de que se prepara un delirante “golpe de estado” contra él.

Para el 2025, no habrá cambio alguno en el comportamiento del presidente saliente. Seguirá insultando en plaza pública a los sectores de oposición, atacará a la rama judicial del poder público en cabeza de la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, intentará tomarse la junta directiva del Banco de la República para buscar emisión de dinero y le echará la culpa de su fracaso en la presidencia a las " elites” que presuntamente no lo dejaron gobernar. El año también se irá en escándalos de corrupción.

Las dificultades económicas continuarán. La crisis fiscal es evidente. No hay recursos para pagarle a los contratistas en la Agencia Nacional de Tierras, el ICBF, el Plan de Alimentación Escolar del ministerio de Educación, el Fondo Colombia en Paz con el cual se implementa el acuerdo de paz, entre otros.

A este panorama, el gobierno hará un recorte de 28,4 billones de pesos, el recaudo disminuirá, no habrá dinero para importar gas para los colombianos y los sistemas de salud y energía seguirán sufriendo por cuenta de que el gobierno retiene recursos para que se quiebren los actores privados que han venido desarrollando esos sectores.

Los estudiantes no tendrán acceso a los créditos para sus becas en Icetex y la infraestructura seguirá paralizada por cuenta del bloqueo a través del ANLA (Autoridad Nacional de Licencias Ambientales) y de las consultas previas de cientos de proyectos en el territorio nacional.

A este panorama habrá que añadir que en el último trimestre del 2025 estaremos en la depuración de precandidaturas a la Presidencia de la República y de campañas para llegar al Congreso. En síntesis, 2025 será un año difícil para Colombia, pero también el último de un gobierno que hizo añicos al país.

*Ex fiscal general de la Nación

* Profesor del Adam Smith Center for Economic Freedom, Florida International University (FIU)