La palabra epifanía, proveniente del latín tardío epiphanía, y del griego epipháneia, define uno de los principales episodios celebrados por el cristianismo: la manifestación de Jesús a los llamados reyes magos o magos de Oriente, posterior a su nacimiento en una pesebrera en Belén, luego de que el rey Herodes, quien pretendía acabar con la vida del niño, los enviara en su búsqueda dada la erudición de estos, especialmente sus conocimientos astrológicos.
Hoy, con esta conmemoración, muchas familias cierran los festejos de Navidad, retirando la decoración alusiva a la temporada y, en países como Bélgica, Suiza, Países Bajos y Alemania, los niños reciben sus regalos este día, rememorando llevados por los magos Melchor, Gaspar y Baltasar para honrar al niño Jesús. Recuerdo que, al saber de esta tradición, cuando niño, anhelaba y reclamaba a mis padres, sin éxito, que, además de regalos de papá Noel, también me llegaran obsequios de reyes, el 6 de enero.
En México, Estados Unidos, España, Francia y Portugal se tiene por costumbre celebrar con la preparación de la deliciosa rosca de reyes, un pan de masa dulce y forma circular, con trozos de fruta confitada o cristalizada.
La iglesia ortodoxa la celebra, pero el 19 de enero, con el nombre de teofanía, compuesto por los términos griegos theos o dios y faino o manifestación, relacionándola con el bautismo de Jesús. De ahí la tradición de sumergirse en aguas heladas que, para los fieles, en especial en Rusia, es sagrada en esa fecha.
Más allá de las costumbres y celebraciones, epifanía es una bella palabra con un sentido esperanzador y positivo. Alude a una aparición, revelación o manifestación especial, apropiada para momentos como estos en que, luego de la culminación de un año colmado de responsabilidades, de logros y también de dificultades, se nos abre un horizonte esperanzador cuya construcción depende, en gran medida, de nuestro propio esfuerzo y dedicación.
Por estos días en que muchas familias disfrutan aún de sus merecidas vacaciones, los estudiantes toman su pausa para retomar sus labores, al igual que empresas y organizaciones, y otros ya se encuentran en plena actividad, conviene poner en marcha la ejecución de esos propósitos que soñamos durante el 2024, sin excusas ni dilaciones, aprovechando cada oportunidad que, muy seguramente, nos regalará la nueva anualidad.
Les deseo a todos mis amables lectores un 2025 sumamente provechoso, con abundancia de éxitos y logros, lleno de amor y cariño, mucha salud y, por supuesto, de prosperidad.
@Rector_Unisimon